martes, 24 de agosto de 2010

El supermercado

En el supermercado, haciendo cola como en la Unión Soviética. Hace calor, mucho calor. Una alemana oronda se derrite ante mí, como si estuviera hecha de la mantequilla que aparenta. Una pareja joven discute con el encargado; quizá han intentado robar algo; quizá discuten por los precios; cómo saberlo. Una anciana paga con parsimonia, que no es una divisa, sino lentitud, como si cada moneda fuera un año de los que ha vivido y quisiera hacernos pagar a todos por las penalidades sufridas. Vivir como condena, que dijera no sé quién. Y este calor. Y esta cola eterna. Y de pronto comprendo que esto es el infierno. Y la cajera no me mira y yo sé que es el diablo, que me va a cobrar una barbaridad por mi alma, cuando yo sólo quería comprar helado.

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