sábado, 8 de mayo de 2010

Mandarinas y otras armas arrojadizas

De ti me llevé una enfermedad que me tuvo en cama dos semanas, cuatro noches para una novela rota, un barquito de papel permanentemente naufragado en el escritorio, un trasplante de corazón que quizá funcionó.
Me llevé también un principio de enfisema de tanto fumar contigo, una emoción no contenida al recordar tus pasos de baile insinuados en cada movimiento, meses de anhelo, cruzar la calle como un kamikaze por disimular tu ausencia.
Me llevé, en fin, este deseo, esta falta de aire (enrarecido), este silencio, esta pena.

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