martes, 18 de mayo de 2010

La libertad

La Multinacional demandó al pequeño estado porque las leyes de éste impedían el capitalismo salvaje. «Se vulneran los derechos como persona jurídica de mi cliente», alegó el abogado de la Multinacional en el juicio. El presidente del pequeño estado contestó que era el parlamento quien decidía las leyes, no las multinacionales. «¿Ha oído, señoría?», preguntó el abogado de la Multinacional, «¡se legisla en contra de las minorías!». Luego añadió que a su cliente se le discriminaba por su poderío económico, lo que era claramente una práctica estalinista. El presidente respondió que la legislación era justa e igualitaria. «Mentira», gritó el abogado, «¿qué pasa con los derechos humanos básicos de mi cliente? Derecho al despido libre, derecho a la objeción de conciencia en lo referente a las medidas de seguridad en el trabajo, derecho a alargar la jornada laboral de forma indefinida. El estado se muestra intolerante ante todo esto e insiste en imponer sus ideas sectarias, cuando mi cliente sólo quiere que se respete la libertad empresarial».

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