martes, 5 de mayo de 2009

Plano secuencia

Son las cuatro de la mañana, es el final de diciembre. Bueno, no, que eso es de una canción de Leonard Cohen. En realidad es primavera, una tarde cualquiera. Yo subiría las escaleras para encontrarme con mi amor, pero tomar el ascensor es más cómodo. Subo con Matías, aunque no sé si se llama así, sino que he decidido que es un nombre que le pega. Es un señor mayor, con bigote y gafas antiguas. Lleva un ramo de rosas, quizá celebra las bodas de oro con su mujer, quién sabe. Por un momento pienso en robarle una rosa, pero es un vecino, podría ser problemático. Hay que robar a los desconocidos, me digo, que no saben dónde vives.
Me despido de él al salir del ascensor y llamo a la puerta del piso. Susana me abre vestida con una camiseta y unos pantalones cortos. Las mujeres son lo mejor de la vida. Lo bien que huelen. Esas manos delicadas. Esos pies pequeños. Las voces femeninas. Algunas mujeres son obras de arte.
Le cuento que he estado a punto de robarle a un anciano, ella se ríe. Me siento en el sofá. Suena un disco de PJ Harvey. To bring you my love. «I've lain with the devil / cursed God above / forsaken heaven / to bring you my love». Susana me dice que le gusta leer cosas bonitas, que por qué nunca escribo algo así. Yo de cosas bonitas no sé nada, le digo, aunque me gustaría aprender.

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