sábado, 13 de diciembre de 2008

Muerte y estética

Hay una mancha de sangre en el suelo de la cocina. Es de mi mujer. No ha sido un accidente ni un asesinato, sino un suicidio. Se ha cortado el cuello esta mañana. Hoy es lunes y soy viudo. Miro la mancha como si pudiera entender algo observando su superficie. A ratos hablo con ella, como si pudiera responderme. Virginia, le digo, que así se llama mi mujer, como la prima de Edgar Allan Poe. Pero a mi mujer le gustaba más Sylvia Plath que Poe, decía que había algo muy poético en meter la cabeza en el horno como si ésta fuera el pavo de navidad y las ideas fueran el relleno. Supongo que eso era un aviso, pero no supe verlo. Mañana será martes.

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