domingo, 6 de julio de 2008

Fútbol (3)

La realidad es opinable, la decidimos nosotros. Me suelen preguntar si fue gol o no aquella célebre parada mía en la final del 68. Yo contesto que por supuesto que no fue gol, que fue una parada de portero excepcional, lo que siempre provoca aplausos del público. Pero el caso es que fue gol. Entró, pero me apresuré a sacarla. Nadie se dio cuenta, aunque el equipo rival protestó, pero es que hay que protestar siempre, es algo que nos enseñan de juveniles. El partido lo ganamos nosotros y a la mañana siguiente se hablaba de mi parada, pues existían dudas sobre si la pelota había entrado finalmente o no, pero no había ninguna imagen concluyente. Como es lógico, los aficionados rivales decidieron que fue gol y que el árbitro les había robado el partido. Mi afición lo vio justo al revés y me encumbró como el héroe de la final. Elegimos la realidad. Incluso yo, que todos estos años he estado convencido de que soy el único que conoce la verdad. Porque quizás no fue gol, quizás el miedo me engañó y me hizo ver que había entrado. Todo pasó muy deprisa. Tal vez sí fue una parada de mérito, después de todo. Pero cómo saber la verdad.

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