Todo estaba perdido, lo supo aquella noche cuando la vio bailar abrazada a su marido. Tanto sufrimiento para nada, se dijo mientras se llevaba la copa a la boca y bebía de ella. Ya sólo quedaba vestirse de amargura. Pagó la cuenta y se marchó.
Ella, mientras bailaba, observaba su silla vacía y se preguntaba si volvería.
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