sábado, 3 de diciembre de 2005

Anticuento

Una noche, un hombre paseando por las calles de su ciudad llegó a una plaza donde se alzaba una imponente estatua. Al acercarse a la estatua, reconoció sus facciones en ella. En el pedestal había una placa con su nombre. Entonces escuchó los primeros disparos de la revolución y supo que todo había terminado.

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