viernes, 7 de octubre de 2005

Pretty (ugly before)

No seré demasiado guapo, pero soy un gran boxeador.
(Jean-Paul Belmondo en "Al final de la escapada")

Ayer me acerqué al trabajo de Alba para dejarle una peli, pero resultó que no estaba ella, sino que en su lugar había una chica sentada en un taburete, chica que no era mi novia de tiempos remotos, no, ya que la de la tienda era morena, tenía gafas y algo de sobrepeso. Me llamó la atención especialmente lo del taburete, ya que Alba me había dicho que su jefe no quería que se sentara "porque a los clientes no les gusta" (vete tú a saber por qué). Me marché de allí con cara de tonto.

Mientras paseaba por las calles de Málaga, cuna de Antonio Banderas y Chiquito de la Calzada, me pareció recordar que efectivamente Alba me había dicho que ya no trabajaba allí, sino que ahora estaba no sé dónde. Y me dije a mí mismo que era muy triste empezar a olvidar cosas con esta edad y que habrá que verme cuando tenga 70. Entonces vi a una parejita acaramelada y la envidia me consumió como si fuera una zarza ardiendo (y parlanchina). ¿Quién quiere tener 70 años cuando eres joven y tienes amor? O algo así.

Ahora que me arrastro a la cama con dolores de espalda no propios de mi juventud y sí de septuagenario, qué bonito sería tener novia y que ésta me cuidara amantísima (vestida adecuadamente de enfermera sexy). Qué bonito sería estar con alguien que se metiera en la cama conmigo cuando tengo frío. Y que me aplicara crema en zonas extrañas de mi cuerpo. Pero no es así, oh cruel mundo, tengo que arroparme yo mismo y hacerme automasajes y cuidarme y darme cariñitos sin ayuda, con lo mal que se me da.

Aparte de todo esto, ayer se me rompió la pulsera que me hizo Alba hará 3 ó 4 años. Sic transit gloria mundi.

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