lunes, 26 de septiembre de 2005

La mafia religiosa

(Publicado también en El Otro Diario)

En los últimos meses el crimen organizado se había adueñado casi por completo de la ciudad. Obispos católicos amedrentaban a los comerciantes para que aceptaran su “protección” a cambio de un porcentaje de los beneficios. Decían cosas como “bonita alma, sería una pena que le pasara algo”, y acto seguido excomulgaban y negaban la salvación si no se accedía a sus deseos. Otras veces, sin embargo, optaban sólo por destrozar la tienda.

Las guerras de bandas se sucedían continuamente. Una noche un grupo de rabinos ametrallaba en un restaurante a unos imanes musulmanes en respuesta a los ataques a sus negocios. Otro día un monje budista era encontrado flotando en el río con un tiro en la nuca. Los hare krisna y los protestantes se mataban por el control de los muelles. La población sólo podía asistir aterrada e impotente a esta orgía de violencia y destrucción, puesto que la policía y los políticos no hacían nada debido a que mantenían negocios con las distintas familias religiosas, y cuando actuaban era sólo para perjudicar a los rivales de aquella a la que debían fidelidad, pero nunca para erradicar el crimen en su totalidad. Así, por ejemplo, no se hacía nada para acabar con el contrabando de vino de misa a pesar de la Ley Seca.

Todo por el control de la fe en la ciudad.

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