viernes, 12 de agosto de 2005

Juventud, divino tesoro

Cada día resulta más difícil ser joven. De pronto parece que se ha decidido por unanimidad que la juventud ya no dura hasta los 30, como antes, sino que ahora dura hasta los 25, lo cual no deja de ser gracioso, ya que va en contra de la tendencia general de alargar la juventud (o directamente la adolescencia) todo lo que se pueda y vivir en casa de los padres hasta los 40 (yo creía que me libraría, pero voy por ese camino). Continuamente veo cosas como "Certamen de poesía joven", "becas para jóvenes", "tarjeta joven", etc, etc, ¡y siempre es hasta los 25! Hacen que me sienta viejo sin motivo y que me queje de los jóvenes, que lo tienen todo fácil, carecen de valores y no saben divertirse (todo el mundo sabe que la última generación que vale la pena es la propia).

Hablando de sentimiento juvenil, hace tiempo pasé por delante de un banco que tenía pegados en las ventanas unos carteles que en grandes caracteres decían REVOLUCIÓN. Yo pensé que era una invitación a tirar ladrillos contra las ventanas, pegarle fuego al edificio y salir de allí con el dinero y la cabeza del banquero, pero resulta que no, que era una revolución hipotecaria o algún tipo de crédito nuevo. Ya no quedan valores, que incluso los bancos pervierten el lenguaje de toda la vida.

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