miércoles, 30 de abril de 2008
Estados carenciales
Me cuesta dormir por las noches; pienso en todas las historias que podría estar viviendo.
martes, 29 de abril de 2008
Primavera
Me enamoro siempre en esta época del año. No lo puedo evitar, las calles están llenas de chicas bonitas que se pasean bajo el sol primaveral. Yo estoy dispuesto a amarlas a todas, aunque su disposición a amarme a mí no sea tan entusiasta. De todos modos, yo soy un hombre de posiciones más que de disposiciones (o deposiciones, aunque la cague a menudo). Posiciones firmes. Para ellas me gusta la de decúbito en todas sus variantes y, sobre todo, la posición orante, tanto la versión cristiana como la islámica. Pero, ay, adoptan estas alegres posturas, si lo hacen, en la intimidad de los cuartos de otros. Es constante el desamor en primavera, se parece a una alergia.
lunes, 28 de abril de 2008
domingo, 27 de abril de 2008
Remedando una vida
Las calles oscuras, la mirada turbia. Meo en un parque, aunque esté mal. Una cucaracha sale de una grieta y yo me fijo en ella por si tiene los ojos de Felicidad Blanc, como decía el hijo de ésta en un poema. Externamente soy normal, nadie podría decir lo contrario, nadie puede advertir a simple vista este desarraigo. Pero jamás podré escapar de todo esto, no importa el alcohol que consuma. Subo al autobús con un montón de desconocidos y, con la cabeza apoyada en el cristal de la ventana, voy meditando las tonterías que escribiré para no pensar en ti.
sábado, 26 de abril de 2008
Anuncios
Querida, he pasado la mayor parte de mi vida sin ti y me niego a que esta situación continúe; ya es hora de encontrarte. ¿Dónde te escondes? Si nos vemos alguna vez, hazme una señal para que sepa que eres tú.
viernes, 25 de abril de 2008
Fútbol (2)
El árbitro ha pitado penalty en el último minuto. Ya está: si marca el delantero, me declaro a Clara. Es una apuesta que hago, anulo el juicio, pongo mi elección en las manos (o el pie) de otro. Si no es gol, consideraré que mi amor por Clara es un error, la olvidaré y pensaré en otra cosa, en monólogos interiores durante los partidos de fútbol, por ejemplo. En vez de declararme, me des-Clararé. Sólo once metros me separan de mi destino, es la gloria o la nada, Clara o las yemas... de los dedos del portero. Todo el mundo contiene la respiración a pesar de no saber que está en juego algo más que el pase a la siguiente ronda. No, también se va a decidir mi futuro en esta acción. El delantero toma carrerilla y yo me pregunto si sonreirá Clara cuando le diga que la quiero, si es que se lo digo, claro. Clara. Por fin, el jugador corre hacia el balón y dispara a puerta, pero yo no puedo evitar cerrar los ojos un segundo antes de que su pie contacte con la pelota. La gente en el bar grita. A mí me da miedo averiguar qué celebran.
jueves, 24 de abril de 2008
Fútbol
En 1994 fichó por el Atlético de Madrid el delantero colombiano Adolfo Valencia, que era más conocido por el apodo que había recibido a causa de su velocidad: "el tren Valencia". No sé si estaba casado, pero a mí me gustaba pensar que su mujer era la única persona del mundo que podía decir "esta noche me tiro al tren" sin alarmar a sus conocidos.
miércoles, 23 de abril de 2008
Ficción (2)
Cree que no me doy cuenta de que nunca podremos volver a ser los de antes, pero lo supe desde el primer momento, cuando nos encontramos de nuevo en el metro. No es por la promesa de unos polvos fáciles que me hago el ilusionado, no. Mi verdadera intención es engañar a ese narrador que se empeña en ocasionarme encuentros con amores del pasado como si pretendiera reírse de mí.
martes, 22 de abril de 2008
Ficción
Me invade una sensación extraña cuando paseo por esta ciudad, como si todos mis recuerdos de este lugar -los pocos que me quedan- fueran de otro. Como si lo hubiera soñado todo y acabara de despertarme. A pesar de lo vivido en estas calles. Pero es lógico, ha cambiado mucho, no es la ciudad de mi juventud. Y ella ya no vive aquí.
lunes, 21 de abril de 2008
Elegantes derrotas
La realidad está sepultada bajo montañas de literatura, a nadie le interesa la verdad. Hay que saber retirarse a tiempo, hay que ser siempre elegante en la derrota, y yo doy lo mejor de mí mismo cuando todo está perdido. La vida es esto, me digo, esta soledad acompasada, estos excesos alcohólicos nocturnos, esta leyenda épica tan falsa como poco práctica. Nadie sabe que he mentido como el que más, que me he hecho el loco muchas veces mientras preparaba mi venganza, que hice llorar por tonterías que ni siquiera puedo recordar a la única mujer que me ha querido. Todo está podrido, no hay días luminosos. Sólo hay pequeñas treguas en esta larga derrota.
domingo, 20 de abril de 2008
Fundaciones
-Es la tuya una belleza única, fundacional.
-¿Fundacional? ¿Y qué es lo que funda mi belleza?
-Derrotas, por supuesto.
-¿Fundacional? ¿Y qué es lo que funda mi belleza?
-Derrotas, por supuesto.
sábado, 19 de abril de 2008
Desapariciones
Hace unos días que pienso que no existo, con lo que yo era en mis años mozos, que el mundo no era lo bastante grande para mi ego. Será, quizás, por el tedio, el paso lento de los días que se van en nada, el poco contacto humano producto de dedicar todo el tiempo libre al estudio de cosas que en realidad no me interesan demasiado. Qué sé yo, tal vez sea cierto que ya no existo, pues la nada se ha de parecer a esto.
viernes, 18 de abril de 2008
Delitos
Yo la quería por motivos un tanto peculiares. El hecho de que traicionara a otros por mí, por ejemplo. Me parecía algo totalmente novedoso, piensa que yo estaba habituado a lo contrario. Pero ella siempre estaba dispuesta a tener un encuentro furtivo conmigo. Nuestra complicidad no era una simple forma de hablar, sino algo literal.
jueves, 17 de abril de 2008
Recuerdos falsos
Un periódico ofrece a sus lectores una colección de recuerdos falsos, objetos emblemáticos de los últimos treinta años como, por ejemplo, una entrada del concierto que dieron los Rolling Stones en 1982 en el estadio Vicente Calderón. Este mercadeo de recuerdos impostados podría generar pingües beneficios si se realizara bien, a lo grande. Pienso en empresas que se dedicarían a fabricar falsos recuerdos. Recuerdos de falsos romances. De esta manera, podrían entregar al cliente de turno fotos manipuladas en las que apareciera de vacaciones en alguna isla griega con una rubia despampanante. Así éste podría decir a los amigos: "Esta era mi novia alemana. Yo no entendía nada de lo que decía, pero éramos felices. Se llamaba Inga". También ofrecerían falsos regalos de aniversario, cartas románticas que releer en tardes lluviosas, etc. Todo esto, claro, tiene algo de peligroso, pues se podrían crear melancolías auténticas, ya que la idea es que los falsos recuerdos puedan pasar por reales, de forma que incluso el cliente acabe tomándolos como tales. Imagino al cliente deprimido porque no consigue localizar a ese gran amor que le escribía aquellas cartas. O porque aquel amigo de las fotos con el que por lo visto vivió tan alegres momentos nunca llama. No sé, quizás no sea tan buen negocio después de todo. Al fin y al cabo, la memoria ya se encarga de engañarnos por su cuenta y además lo hace gratis.
miércoles, 16 de abril de 2008
Variaciones
A veces sueño que he muerto.
Y es el mío un funeral de los que hacen época, si es posible hablar en estos términos de actos tan luctuosos. En un cementerio de tipo anglosajón, nada de cementerios españoles, nada de nichos, ¿qué es eso de archivar a los muertos? No, una extensión de hierba verde que crece sana y fuerte gracias al abono que proporcionan los cuerpos putrefactos enterrados.
Y en el funeral está Alba, que hace muy bien el papel de mi viuda aunque no lo sea. De negro, con gafas oscuras, muy guapa y elegante, con su pamela negra, vestida igual que aquella vez que fue a una manifestación temática contra la LOU, una manifestación que escenificaba la muerte de la educación. Con su bebé en brazos, que algunos de los asistentes piensan equivocadamente que es también mío. Al príncipe de los enanos no le dejan entrar, que bastante triunfo ya es sobrevivirme, y se queda esperando en el coche, fumando cigarrillo tras cigarrillo.
Artevic lee un panegírico sobre mí, a la manera de los funerales yanquis, aunque el luto no le favorece, pues le da aspecto de cura. De hecho, con ese aire sacerdotal se parece a Melendo, nuestro profesor de Metafísica, de aquellos años en los que lo único que aprendimos fue que "el ente en cuanto que ente resulta objeto de la metafísica".
Patricia, la mujer de Dani, también acude a mi funeral, pero para estrenar su pamela negra (fue compañera de Alba, así que es lógico preguntarse si las chicas de Comunicación Audiovisual forman parte de una logia masónica que lleva pamelas de ese color). Ya lo dijo en aquel local mugriento en el que cenamos todos una vez: "se tiene que morir alguien, que quiero estrenar mi pamela".
También está Babeth, a la que le sienta muy bien el negro. Por esas cosas que tiene el azar, se sienta al lado de Alba y ésta, que no la conoce, le pregunta:
-¿Y tú quién eres?
-Soy Babeth.
-Ah, la francesa.
-Supongo que sí, pero en realidad la francesa es mi madre; yo nací en Valencia.
-Entiendo. Así que te acostaste con él, ¿no?
-Eh, sí, unas cuantas veces.
-Ya. La tenía grande, ¿verdad?
-Pues... la tenía normal, ¿no? Un pene de tamaño medio.
-Vaya, lo estaré confundiendo con otro ex novio. Pero la tenía muy suave, de eso sí me acuerdo bien.
-Es verdad, yo también se lo dije.
Por si no fuera bastante grave hablar de los genitales del difunto, pasan enseguida a comentar su egolatría: que quién se creía que era, que por qué repetía tanto aquello de ser el poeta más grande de su generación, si ese comentario había dejado de tener gracia casi desde el principio y además los últimos años de su vida sólo escribía prosa y no demasiada. "Creo que vivía sólo para narrarlo después", dice Babeth. "Nos quería convertir a todos en personajes de ficción", contesta Alba, "seguro que nos imaginaba diálogos".
Después del funeral, para rizar el rizo, Alba y Babeth acaban en la cama y yo, desde el cielo, bendigo esa unión casi incestuosa.
Y es el mío un funeral de los que hacen época, si es posible hablar en estos términos de actos tan luctuosos. En un cementerio de tipo anglosajón, nada de cementerios españoles, nada de nichos, ¿qué es eso de archivar a los muertos? No, una extensión de hierba verde que crece sana y fuerte gracias al abono que proporcionan los cuerpos putrefactos enterrados.
Y en el funeral está Alba, que hace muy bien el papel de mi viuda aunque no lo sea. De negro, con gafas oscuras, muy guapa y elegante, con su pamela negra, vestida igual que aquella vez que fue a una manifestación temática contra la LOU, una manifestación que escenificaba la muerte de la educación. Con su bebé en brazos, que algunos de los asistentes piensan equivocadamente que es también mío. Al príncipe de los enanos no le dejan entrar, que bastante triunfo ya es sobrevivirme, y se queda esperando en el coche, fumando cigarrillo tras cigarrillo.
Artevic lee un panegírico sobre mí, a la manera de los funerales yanquis, aunque el luto no le favorece, pues le da aspecto de cura. De hecho, con ese aire sacerdotal se parece a Melendo, nuestro profesor de Metafísica, de aquellos años en los que lo único que aprendimos fue que "el ente en cuanto que ente resulta objeto de la metafísica".
Patricia, la mujer de Dani, también acude a mi funeral, pero para estrenar su pamela negra (fue compañera de Alba, así que es lógico preguntarse si las chicas de Comunicación Audiovisual forman parte de una logia masónica que lleva pamelas de ese color). Ya lo dijo en aquel local mugriento en el que cenamos todos una vez: "se tiene que morir alguien, que quiero estrenar mi pamela".
También está Babeth, a la que le sienta muy bien el negro. Por esas cosas que tiene el azar, se sienta al lado de Alba y ésta, que no la conoce, le pregunta:
-¿Y tú quién eres?
-Soy Babeth.
-Ah, la francesa.
-Supongo que sí, pero en realidad la francesa es mi madre; yo nací en Valencia.
-Entiendo. Así que te acostaste con él, ¿no?
-Eh, sí, unas cuantas veces.
-Ya. La tenía grande, ¿verdad?
-Pues... la tenía normal, ¿no? Un pene de tamaño medio.
-Vaya, lo estaré confundiendo con otro ex novio. Pero la tenía muy suave, de eso sí me acuerdo bien.
-Es verdad, yo también se lo dije.
Por si no fuera bastante grave hablar de los genitales del difunto, pasan enseguida a comentar su egolatría: que quién se creía que era, que por qué repetía tanto aquello de ser el poeta más grande de su generación, si ese comentario había dejado de tener gracia casi desde el principio y además los últimos años de su vida sólo escribía prosa y no demasiada. "Creo que vivía sólo para narrarlo después", dice Babeth. "Nos quería convertir a todos en personajes de ficción", contesta Alba, "seguro que nos imaginaba diálogos".
Después del funeral, para rizar el rizo, Alba y Babeth acaban en la cama y yo, desde el cielo, bendigo esa unión casi incestuosa.
martes, 15 de abril de 2008
Implícito
Su idea era que la dedicatoria de su poemario fuera: "A todas las mujeres que no me amaron". Pero pensó que era una frase redundante, por lo que finalmente escribió: "A todas las mujeres".
lunes, 14 de abril de 2008
Vocaciones
Hace años que busco a la que tiene que ser mi viuda, pues tengo vocación de muerto, pero no de cualquier muerto, sino de muerto trágico, y nada más trágico que dejar una joven y bella viuda que me llore amargamente. Me la imagino muy guapa de negro, con una pamela del mismo color, como una viuda de película de los años cincuenta, recibiendo en mi velatorio a amigos sobrecogidos por la noticia de mi muerte. Ella lleva un bebé en brazos, un hijo mío que añorará siempre al padre ausente y que berrea como si fuera consciente de que este acontecimiento, la muerte del padre, marcará el resto de su vida. Ella llora también, lo que realza aún más su belleza, e intenta consolar al niño, aunque ella misma está inconsolable. Me gusta pensar que mi cadáver sonríe en ese momento dentro del féretro, pero sé que esto es un detalle del todo irreal.
domingo, 13 de abril de 2008
Funciones
Yo lo que quería era que cada frase fuera una sentencia, que todas fueran concluyentes. Pero me habrían salido unos textos ilegibles, inconexos, pues qué coherencia iba a haber si cada frase era un pequeño discurso que no necesitaba de las otras. No, habría sido más productivo hablar a lo Bogart y decir cosas como: "sólo soporto la vida cuando bebo o cuando estoy con una mujer, pero beber es más fácil". Pero lo más sencillo, lo más cómodo, era seguir atado a las frases humorísticas de siempre y escribir cosas como que todos mis "te quiero" suenan a confesión de culpabilidad.
sábado, 12 de abril de 2008
Y si estoy ebrio...
-Te voy a buscar una novia.
-Yo no necesito una novia, lo que necesito es una fan.
-¿Una fan?
-Sí. Las novias te engañan, pero una fan no te traiciona nunca.
-Bueno, quizás sea cierto.
-Claro. Yo, por ejemplo, sería incapaz de mentirle a Leonard Cohen.
-Yo no necesito una novia, lo que necesito es una fan.
-¿Una fan?
-Sí. Las novias te engañan, pero una fan no te traiciona nunca.
-Bueno, quizás sea cierto.
-Claro. Yo, por ejemplo, sería incapaz de mentirle a Leonard Cohen.
viernes, 11 de abril de 2008
Sin rumbo
Hace frío y el asfalto reluce de lluvia. Recorro la ciudad musitando tu nombre, como una plegaria que nunca llegará a tus oídos, como un mantra para espantar la noche. Si pudiera encontrarte, me digo, si pudiera dejar de contar los años que paso sin ti.
jueves, 10 de abril de 2008
Sin título
Tengo un cajón lleno de historias que en realidad no necesito, pero siempre acudo a ellas. Me aferro a todos los momentos que no existen.
miércoles, 9 de abril de 2008
Metafísicas
Creo que fue el primer día que pasamos juntos. Yo estaba doblando cuidadosamente una toalla y Babeth me observaba con atención. Entonces dijo ella: "es raro verte hacer cosas". No sé si le sorprendía mi realidad física o si me estaba llamando vago.
martes, 8 de abril de 2008
Esteta
Dice Paula que me gustan todas, pero yo pienso que se equivoca. Es cierto que miro mucho a las chicas guapas con las que me cruzo en la calle, pero creo que a la larga acabaría harto de ellas. A mí siempre me ha gustado un tipo específico de mujer; de hecho, sólo me he enamorado dos veces. Para qué más, de todos modos, si se empeñan en que escriba de desamores. Así que, en realidad, si miro tanto a las chicas anónimas con las que me cruzo es porque soy un admirador de la belleza. Y porque me aburro mucho, claro.
lunes, 7 de abril de 2008
Sísifo
Málagacrea es una metáfora de mi historia con las mujeres: nunca me dan el primer o segundo premio, sino que, como mucho, me otorgan una mención especial; normalmente, ni siquiera eso. Pero yo lo sigo intentando año tras año.
domingo, 6 de abril de 2008
Capítulo 1335
Juego demasiado al despiste, a veces me cuesta determinar qué es real y qué he fabulado. Es una fea costumbre, supongo, pero suelo construir ficciones a partir de acontecimientos reales. Puedo decir que también intento lo contrario, aunque con menor fortuna. En cualquier caso, llevo una existencia algo republicana (es decir, poco "realista") plagada de mentiras que he tomado por verdades y viceversa.
sábado, 5 de abril de 2008
En la calle
"Guapo, ¿nos colaboras?", me dice una voz femenina desde mi derecha. A mí me parece una forma un tanto extraña de expresarse, sinceramente, pero quizás lo de colaborarlas sea una oferta de ménage à trois -por lo de "co-trabajarlas"-, así que me detengo. Pero no son dos atractivas chicas como me había apresurado a fantasear, sino dos señoras bastante ajadas con una hucha para donativos. Puesto que yo tenía en mente otro tipo de solidaridad, decido enseguida que ya no estoy interesado en que me expliquen qué significa eso de colaborarlas y huyo lo más rápido que puedo.
viernes, 4 de abril de 2008
Cherchez la femme
Me mira ma petite putain, deliciosamente bella, con su aire de perdición, y pienso, algo tontamente, que todas las musas tienen los ojos verdes. Me dedica su sonrisa más tentadora y susurra con voz angelical: "así que te encanta metérsela a una niñita de diecinueve, ¿no?". Yo me estremezco de deseo y admito los cargos que se me imputan cogiéndola del brazo y llevándola a la cama, donde olvido mi vida pasada y futura.
jueves, 3 de abril de 2008
De la clarividencia
Supongo que si uniéramos todos los momentos equivocados de mi vida tendríamos una imagen que lo explicaría todo. Una respuesta. Pero yo no puedo verlo, para mí no significa nada.
miércoles, 2 de abril de 2008
De la ignorancia
En realidad, no dejo que nadie me conozca, pienso mientras pierdo el tiempo una noche más. Ni siquiera se lo permití a aquella chica que me quiso durante un año entero, quizás dos, y que siempre se reía con mis historias. Creía en mí más que yo mismo y le molestaba mucho mi manía de no tomarme en serio nada. Pero cómo explicarle que me aterraba la eventualidad de todo lo que me importaba, que no soportaba la idea de que finalmente nada estuviera en mi mano. Cómo hacerle entender que la única forma que tenía de abandonar mi visión trágica de la vida era banalizarlo todo.
martes, 1 de abril de 2008
Del tedio
Me aburro terriblemente. Y me aburro, básicamente, porque tengo la sensación de que de repente nadie me hace caso, lo que también me molesta bastante. Paso el día en completa soledad, en absoluto silencio, como si perteneciera a alguna orden monacal. A veces, creo que para aumentar la sensación de aburrimiento, salgo a la terraza y me tiendo al sol, como los lagartos o los ancianos, y me digo que la vida se me ha ido en días así. Pienso en escribir, y escribo, pero no tengo muy claro para qué. De vez en cuando me siento frente al ordenador simplemente a leer y releer lo escrito hasta que pierde todo sentido, si es que lo tenía en un principio. Me siento como un animal enjaulado y me apetece romper cosas, como hacen constantemente en las películas (en la vida real nunca se lo he visto hacer a nadie). Pierdo la cabeza de forma inexorable, poco a poco, sin alarmar a nadie.
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