viernes, 25 de abril de 2008
Fútbol (2)
El árbitro ha pitado penalty en el último minuto. Ya está: si marca el delantero, me declaro a Clara. Es una apuesta que hago, anulo el juicio, pongo mi elección en las manos (o el pie) de otro. Si no es gol, consideraré que mi amor por Clara es un error, la olvidaré y pensaré en otra cosa, en monólogos interiores durante los partidos de fútbol, por ejemplo. En vez de declararme, me des-Clararé. Sólo once metros me separan de mi destino, es la gloria o la nada, Clara o las yemas... de los dedos del portero. Todo el mundo contiene la respiración a pesar de no saber que está en juego algo más que el pase a la siguiente ronda. No, también se va a decidir mi futuro en esta acción. El delantero toma carrerilla y yo me pregunto si sonreirá Clara cuando le diga que la quiero, si es que se lo digo, claro. Clara. Por fin, el jugador corre hacia el balón y dispara a puerta, pero yo no puedo evitar cerrar los ojos un segundo antes de que su pie contacte con la pelota. La gente en el bar grita. A mí me da miedo averiguar qué celebran.
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