Las calles oscuras, la mirada turbia. Meo en un parque, aunque esté mal. Una cucaracha sale de una grieta y yo me fijo en ella por si tiene los ojos de Felicidad Blanc, como decía el hijo de ésta en un poema. Externamente soy normal, nadie podría decir lo contrario, nadie puede advertir a simple vista este desarraigo. Pero jamás podré escapar de todo esto, no importa el alcohol que consuma. Subo al autobús con un montón de desconocidos y, con la cabeza apoyada en el cristal de la ventana, voy meditando las tonterías que escribiré para no pensar en ti.
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