jueves, 31 de marzo de 2005
Walking around
Hoy he estado paseando por la playa, que todavía no está invadida por hordas de turistas, y estuve pensando que estaría bien que todos los días fueran paseos despreocupados por una playa vacía, como si hubiera sido el fin del mundo y, claro, ya no quedaran problemas por resolver.
miércoles, 30 de marzo de 2005
Tiempo
Es curioso cómo pasa el tiempo. Cómo nos pasa por encima, más bien. Cuesta creer que estuvimos allí y entonces.
martes, 29 de marzo de 2005
lunes, 28 de marzo de 2005
A Franco lo descabalgan
Iba Francisco Franco (ese hombre, español universal, martillo de herejes), cabalgando tranquilamente por Madrid sin molestar a nadie cuando, de pronto, con nocturnidad y alevosía, una horda de ganapanes al servicio del contubernio judío-masón-socialista se echó sobre él por la espalda, y así, a traición, consiguieron que desmontara tan insigne hombre tras tremenda y desigual lucha. El pueblo español en pleno derramó amargas lágrimas de indignación al conocer la triste noticia y exigió que rodaran las cabezas de los culpables.
¿No se lo creen? Pues así es como ve la derecha de Este País la retirada de la última estatua ecuestre de Franco que quedaba en Madrid, por abracadabrante que parezca, lo cual demuestra que el uso de sustancias alucinógenas en la juventud no es exclusivo de la izquierda, por mucho que se retoquen biografías. A estas alturas de la película sorprende (o no, lo que es más triste) la insistencia de algunos por defender el legado franquista o la permanencia de sus símbolos, cuando, es necesario reconocerlo, lo único bueno que hizo Franco por Este País fue morirse. ¿Qué le pasa al PP? ¿De verdad el electorado franquista es tan numeroso?
Se queja el PP de la nocturnidad del hecho. Quizás pretendían que lo hicieran en pleno día, con todos los atascos que hay en la capital (y no me digan que no sería malo para el corazón asomar la cabeza por el taxi y ver cómo Franco a caballo espera que se ponga verde el semáforo). Además, si se trata de evitar “que se reabran viejas heridas” (como aseguran ellos), mejor hacerlo cuando todos los franquistas descansan en los aguerridos brazos de Morfeo, como auténticos caballeros españoles. Yo habría propuesto que la retirada de la estatua se hubiera realizado en Semana Santa: los operarios habrían ido vestidos de nazarenos y habrían transportado la estatua como si de un trono o paso se tratara. Todo sea por disimular.
Se queja la derecha también de que sólo se retiren los símbolos franquistas. Bueno, me da un poco de vergüenza añadir algo a esto...
Se queja también el PP del carácter inexistente de mi sueldo. Vale, de eso no se queja el PP, pero contarían con mis simpatías si lo hicieran, de esa forma parecería que defienden realmente, aunque sea de vez en cuando, los intereses de los españoles de Este País y no los de los muertos, estén o no montados a caballo.
¿No se lo creen? Pues así es como ve la derecha de Este País la retirada de la última estatua ecuestre de Franco que quedaba en Madrid, por abracadabrante que parezca, lo cual demuestra que el uso de sustancias alucinógenas en la juventud no es exclusivo de la izquierda, por mucho que se retoquen biografías. A estas alturas de la película sorprende (o no, lo que es más triste) la insistencia de algunos por defender el legado franquista o la permanencia de sus símbolos, cuando, es necesario reconocerlo, lo único bueno que hizo Franco por Este País fue morirse. ¿Qué le pasa al PP? ¿De verdad el electorado franquista es tan numeroso?
Se queja el PP de la nocturnidad del hecho. Quizás pretendían que lo hicieran en pleno día, con todos los atascos que hay en la capital (y no me digan que no sería malo para el corazón asomar la cabeza por el taxi y ver cómo Franco a caballo espera que se ponga verde el semáforo). Además, si se trata de evitar “que se reabran viejas heridas” (como aseguran ellos), mejor hacerlo cuando todos los franquistas descansan en los aguerridos brazos de Morfeo, como auténticos caballeros españoles. Yo habría propuesto que la retirada de la estatua se hubiera realizado en Semana Santa: los operarios habrían ido vestidos de nazarenos y habrían transportado la estatua como si de un trono o paso se tratara. Todo sea por disimular.
Se queja la derecha también de que sólo se retiren los símbolos franquistas. Bueno, me da un poco de vergüenza añadir algo a esto...
Se queja también el PP del carácter inexistente de mi sueldo. Vale, de eso no se queja el PP, pero contarían con mis simpatías si lo hicieran, de esa forma parecería que defienden realmente, aunque sea de vez en cuando, los intereses de los españoles de Este País y no los de los muertos, estén o no montados a caballo.
domingo, 27 de marzo de 2005
Voyeur
El señor Watanabe, empeñado en capturar un instante de verdadero amor, fotografiaba a cada pareja que veía, lo que provocaba la furia de los novios, que en ocasiones llegaban a agredirle.
sábado, 26 de marzo de 2005
El héroe del pene roto
Ese era el titular de un periódico que trajo una vez mi padre a casa (creo que el diario se llamaba Noticias del mundo, pero no estoy seguro). La noticia contaba que un señor se había roto el pene mientras practicaba el coito con su novia, pero por suerte en el hospital habían podido arreglárselo. Dicha noticia venía acompañada de una serie de diagramas que mostraban cómo se había producido el accidente, para que el lector no avezado en los peligros del follar conociera lo arriesgado que podía resultar un exceso de entusiasmo. En sucesivos números entrevistaban al "héroe del pene roto", que contaba que la tenía de 25 centímetros y que era un semental, y también a la novia (que había pasado a ser ex), que relataba el miedo que tenían ahora los chicos a acostarse con ella y además desvelaba que su ex era un mentiroso y un pichacorta que no sabía follar.
Si todo esto se me grabó en la memoria fue porque nunca he entendido qué tiene de heroico romperse la polla.
Si todo esto se me grabó en la memoria fue porque nunca he entendido qué tiene de heroico romperse la polla.
viernes, 25 de marzo de 2005
Santiago
Siempre se han cometido errores, pero los errores más grandes son los poemas que uno ha escrito.
(Tristan Tzara)
Cada viernes hay procesión de jóvenes con maletas que salen de Santiago. Asomado a la ventana de la habitación de Lara tenía la sensación de que todo iba a salir bien. No echaba de menos nada.
(Tristan Tzara)
Cada viernes hay procesión de jóvenes con maletas que salen de Santiago. Asomado a la ventana de la habitación de Lara tenía la sensación de que todo iba a salir bien. No echaba de menos nada.
jueves, 24 de marzo de 2005
Cine
Solía pensar que mi vida era como protagonizar, a veces, una película bastante mal montada en la que faltaban muchas secuencias, agujeros que intentaba rellenar posteriormente con historias que no casaban muy bien con el argumento original, si es que había uno. Estos episodios, rodados apresuradamente y con pocos medios, deberían haber ido al principio de la película, pero eran insertados donde se podía.
miércoles, 23 de marzo de 2005
Finalmente
Finalmente he dejado atrás todos los falsos amores, igual que ellos a mí. Creía que no podía encontrar verdadero amor.
martes, 22 de marzo de 2005
Diablos
Tomás estaba preparando café cuando sonó el timbre de la puerta. Abrió y miró con aire sorprendido a los dos guardias civiles de grandes bigotes que esperaban fuera.
- ¿Qué desean? –dijo.
- ¿Es usted Tomás García?, preguntó uno de los guardias civiles.
- Sí, así es.
- En ese caso debe acompañarnos al cuartel.
Tomás, que siempre vestía traje tradicional holandés mientras preparaba café, miró primero a uno y luego a otro antes de preguntar:
- ¿Por qué motivo?
- Existe una denuncia contra usted. Concretamente se le acusa de ser el diablo.
- Perdón, ¿cómo dice?
El guardia civil sacó un pequeño cuaderno que llevaba, pasó varias hojas hasta encontrar lo que buscaba, lo leyó y dijo:
- Se le ha visto salir de casa ciertas noches y actuar como Satanás. Lo han denunciado sus vecinos.
- ¿Mis vecinos? ¡Pero si me llevo bien con todos ellos! Debe de tratarse de un error.
- Aunque sea así, lo resolveremos en el cuartelillo, acompáñenos.
- Me habrán confundido con él porque a veces llevo gafas en vez de lentillas.
- Eso explíqueselo al juez.
- ¿Qué desean? –dijo.
- ¿Es usted Tomás García?, preguntó uno de los guardias civiles.
- Sí, así es.
- En ese caso debe acompañarnos al cuartel.
Tomás, que siempre vestía traje tradicional holandés mientras preparaba café, miró primero a uno y luego a otro antes de preguntar:
- ¿Por qué motivo?
- Existe una denuncia contra usted. Concretamente se le acusa de ser el diablo.
- Perdón, ¿cómo dice?
El guardia civil sacó un pequeño cuaderno que llevaba, pasó varias hojas hasta encontrar lo que buscaba, lo leyó y dijo:
- Se le ha visto salir de casa ciertas noches y actuar como Satanás. Lo han denunciado sus vecinos.
- ¿Mis vecinos? ¡Pero si me llevo bien con todos ellos! Debe de tratarse de un error.
- Aunque sea así, lo resolveremos en el cuartelillo, acompáñenos.
- Me habrán confundido con él porque a veces llevo gafas en vez de lentillas.
- Eso explíqueselo al juez.
lunes, 21 de marzo de 2005
De vuelta
Málaga es ya decididamente una ciudad hostil. No hay ningún "nosotros" en ella, son otros quienes han escrito una historia a cada una de sus calles. Es un lugar extraño.
viernes, 4 de marzo de 2005
jueves, 3 de marzo de 2005
Cómo venderse
Ayer llamé a lo de Málagacrea para aclarar unas dudas que tenía debido a que las bases parecen redactadas por un borracho y se puso al teléfono un tipo muy borde que parecía indignado ante mis dudas (y al final no me aclaró nada). Hoy he ido a entregar los relatos y me ha atendido de forma extremadamente amable el mismo tío (reconocí la voz), de hecho he llegado a pensar que estaba intentando ligar conmigo...
Luego he paseado por Málaga con mi ex (me la encontré en el tren), y juntos hemos maquinado cómo acabar con el arte.
Volviendo al concurso, no sé para qué me presento, si va a ganar alguien que hable de Málaga y sus gentes o alguna gilipollez similar...
Luego he paseado por Málaga con mi ex (me la encontré en el tren), y juntos hemos maquinado cómo acabar con el arte.
Volviendo al concurso, no sé para qué me presento, si va a ganar alguien que hable de Málaga y sus gentes o alguna gilipollez similar...
miércoles, 2 de marzo de 2005
A mí que me registren
Como tengo la indecorosa intención de presentarme a Málagacrea 2005, el mismo certamen que critiqué ferozmente el año pasado (lo que demuestra que soy coherente, nada como atacar una organización desde dentro), fui ayer a registrar los dos relatos que pienso presentar y, ya de paso, aproveché para registrar también algunas cosas que he escrito en los últimos siete años: ahí iba yo, ufano y alegre, con mis 313 páginas bajo el brazo, lo que supongo sería un espectáculo lamentable. Al llegar al Registro de la Propiedad Intelectual, descubrí que, efectivamente, como me había dicho Artevic, estaba en el mismo edificio que un hostal (de hecho, el hostal era el piso superior). Me pareció un poco cutre y desalentador, sobre todo con el entusiasmo juvenil que me había traído de casa. Por un momento imaginé que me equivocaba, entraba en el hostal y dejaba mi mamotreto allí, con el consiguiente estupor del propietario o propietaria.
Subí las escaleras y llegué a una puerta con un gran cartel que decía algo como: "Junta de Andalucía. Bla, bla, bla, Patrimonio Histórico". Pensé que me había equivocado de sitio, porque ni en mis mayores delirios de grandeza había pensado en registrar mis cosas como patrimonio histórico. El caso es que llamé, aunque fuera por preguntar, pero no contestó nadie, así que abrí la puerta y me encontré un despacho vacío, si exceptuamos la presencia de un escritorio y alguna que otra planta decorativa. Por un momento se me pasó por la cabeza rebuscar en los cajones por si había algo de valor, pero fue sólo un fugaz instinto delictivo. Una inspección más exhaustiva del lugar me llevó a descubrir otra puerta con un letrero, escrito a mano, que decía: Registro de la propiedad intelectual. De pronto los dioses habían decidido sonreírme.
Traspasada la puerta, llegué a un despacho donde dos amables señoritas, que en realidad eran cincuentonas antipáticas, simulaban estar atareadas. También se encontraba allí en ese momento un hombre que estaba registrando tres volúmenes como el mío. Se le veía orgulloso e ilusionado. Una vez que el hombre salió, las funcionarias empezaron a ridiculizarle y a reírse de aquello que había registrado. Yo hice como que era subnormal y no me enteraba de nada, ya que no quería contrariarlas en nada por si me obligaban a rellenar cuarenta formularios como penitencia.
La funcionaria que me atendió, aparte de mostrar desdén hacia mi persona todo el rato (yo intentaba hacerme el simpático, pero ella sólo me devolvía miradas gélidas, creo que sólo sonrió cuando me fui), parecía tener menos idea que yo de todo el asunto. De hecho, la frase “con ilustraciones que no son del autor (se excluyen)” ella la interpretaba como “con ilustraciones en las que no aparece posando el autor”. Con dos cojones. A pesar de todo seguí sus indicaciones, ahora me pregunto si no habré registrado mi obra a su nombre sin darme cuenta.
Después tuve que bajar al banco que había al lado para pagar unos once euros y pico a la administración por tomarse la molestia de aceptar registrar mis textos como míos (o de la funcionaria, vete tú a saber). Cuando volvía con el recibo me encontré junto al ascensor a un hombre que había venido a registrar un programa suyo. Yo prefiero siempre subir por las escaleras, pero por no hacerle el feo subí con él en el ascensor, donde se produjo la siguiente conversación:
Él: ¿Programador?
Yo: Eh... no, he venido a registrar una obra literaria.
Él: Ah, ¿escritor?
Yo: Sí, como tantos.
Apasionante. Luego me pidió que le dedicara el libro si lo publicaba. Un tipo simpático.
Al marcharme, me dio la sensación, no sé por qué, de que sólo estaban esperando que saliera por la puerta para echar mi obra al fuego. Casi me dieron ganas de volver a por ella. Esa noche, volviendo a casa en el tren, se me ocurrió que aquel sitio era como un gran almacén de sueños en el que gente como yo dejaba el suyo con toda la ilusión del mundo, aunque al final casi todos aquellos sueños no llegaban a nada.
Subí las escaleras y llegué a una puerta con un gran cartel que decía algo como: "Junta de Andalucía. Bla, bla, bla, Patrimonio Histórico". Pensé que me había equivocado de sitio, porque ni en mis mayores delirios de grandeza había pensado en registrar mis cosas como patrimonio histórico. El caso es que llamé, aunque fuera por preguntar, pero no contestó nadie, así que abrí la puerta y me encontré un despacho vacío, si exceptuamos la presencia de un escritorio y alguna que otra planta decorativa. Por un momento se me pasó por la cabeza rebuscar en los cajones por si había algo de valor, pero fue sólo un fugaz instinto delictivo. Una inspección más exhaustiva del lugar me llevó a descubrir otra puerta con un letrero, escrito a mano, que decía: Registro de la propiedad intelectual. De pronto los dioses habían decidido sonreírme.
Traspasada la puerta, llegué a un despacho donde dos amables señoritas, que en realidad eran cincuentonas antipáticas, simulaban estar atareadas. También se encontraba allí en ese momento un hombre que estaba registrando tres volúmenes como el mío. Se le veía orgulloso e ilusionado. Una vez que el hombre salió, las funcionarias empezaron a ridiculizarle y a reírse de aquello que había registrado. Yo hice como que era subnormal y no me enteraba de nada, ya que no quería contrariarlas en nada por si me obligaban a rellenar cuarenta formularios como penitencia.
La funcionaria que me atendió, aparte de mostrar desdén hacia mi persona todo el rato (yo intentaba hacerme el simpático, pero ella sólo me devolvía miradas gélidas, creo que sólo sonrió cuando me fui), parecía tener menos idea que yo de todo el asunto. De hecho, la frase “con ilustraciones que no son del autor (se excluyen)” ella la interpretaba como “con ilustraciones en las que no aparece posando el autor”. Con dos cojones. A pesar de todo seguí sus indicaciones, ahora me pregunto si no habré registrado mi obra a su nombre sin darme cuenta.
Después tuve que bajar al banco que había al lado para pagar unos once euros y pico a la administración por tomarse la molestia de aceptar registrar mis textos como míos (o de la funcionaria, vete tú a saber). Cuando volvía con el recibo me encontré junto al ascensor a un hombre que había venido a registrar un programa suyo. Yo prefiero siempre subir por las escaleras, pero por no hacerle el feo subí con él en el ascensor, donde se produjo la siguiente conversación:
Él: ¿Programador?
Yo: Eh... no, he venido a registrar una obra literaria.
Él: Ah, ¿escritor?
Yo: Sí, como tantos.
Apasionante. Luego me pidió que le dedicara el libro si lo publicaba. Un tipo simpático.
Al marcharme, me dio la sensación, no sé por qué, de que sólo estaban esperando que saliera por la puerta para echar mi obra al fuego. Casi me dieron ganas de volver a por ella. Esa noche, volviendo a casa en el tren, se me ocurrió que aquel sitio era como un gran almacén de sueños en el que gente como yo dejaba el suyo con toda la ilusión del mundo, aunque al final casi todos aquellos sueños no llegaban a nada.
martes, 1 de marzo de 2005
Vuelve el frío
(Publicado originalmente en El Otro Diario)
Pues sí, la noticia de la semana, mientras la Parca y el Papa no lleguen a un acuerdo, vuelve a ser la enésima ola de frío que azota la península y parte del extranjero. Si usted esperaba que hablara de algún tema más interesante, le pido disculpas, pero realmente así de aburrido está el mundo. Al igual que en verano las únicas noticias son los ataques de perros que repentinamente enloquecen y atacan a humanos desvalidos, y los incendios que asolan los ya de por sí asolados bosques de la patria, en invierno el tema a tratar es el frío sorprendente (frío sorprendente al tratarse del invierno, se supone). Así que olvídese de chicas amables en tanga en la playa, que por ahora no las verá, a no ser que sea usted un potentado que se dispone a viajar en su jet privado al Caribe, claro, aunque entonces tendría miles de cosas más interesantes que hacer que leer esta triste y proletaria columna.
¿Y a qué viene tanto frío ahora?, se preguntará el sector de lectores que siempre se está preguntando algo, desde el precio de las alubias en Sri Lanka hasta la cantidad de posturas sexuales realizables por una persona normal. ¿Es por haber votado sí a la constitución europea (los que fueron a votar)? ¿Es que ahora vamos a tener clima sueco? ¿Decía algo de esto la constitución? Esto es lo que pasa cuando se acepta un texto sin leerlo antes, amigos. Demagogias apartes, por el cine de catástrofes de Hollywood sabemos que el cambio climático y el progresivo calentamiento global llevan a que haga frío en España. Aunque este argumento puede calificarse, como poco, de discutible, no creo que ustedes tengan uno mejor. Y si lo tienen, no puedo saberlo, a no ser que nos escriban, claro, como insisto en casi todos mis artículos, y es que he descubierto con sorpresa que ser columnista de un oscuro diario de internet no proporciona tantas admiradoras ávidas de sexo extremo como me imaginaba, por eso les animo a escribirnos, para que superen su timidez todas ellas.
Volviendo al tema del frío, si es que le interesa a alguien, sorprende que nuestros políticos, tan activos para otras cuestiones (que no citaré, pero ustedes saben que estoy hablando de llenarse los bolsillos), no hayan intervenido en este asunto. Sí, sé que el frío no da demasiado dinero, aparte del que proporciona el aire acondicionado, pero, ¿a qué espera Rajoy para culpar a Zapatero de la ola de frío? Algo así como: “con el gobierno del PP los inviernos eran más cálidos, todo es culpa de los separatistas”. ¿Por qué no se adelanta Zapatero y declara que la ola de frío es herencia del gobierno de Aznar? ¿Están en baja forma nuestros políticos? ¿E Ibarretxe? ¿No dice nada Ibarretxe? ¿Algo como “con mi plan el frío se va a acabar”? ¿Pero qué está pasando en este país?
Pues sí, la noticia de la semana, mientras la Parca y el Papa no lleguen a un acuerdo, vuelve a ser la enésima ola de frío que azota la península y parte del extranjero. Si usted esperaba que hablara de algún tema más interesante, le pido disculpas, pero realmente así de aburrido está el mundo. Al igual que en verano las únicas noticias son los ataques de perros que repentinamente enloquecen y atacan a humanos desvalidos, y los incendios que asolan los ya de por sí asolados bosques de la patria, en invierno el tema a tratar es el frío sorprendente (frío sorprendente al tratarse del invierno, se supone). Así que olvídese de chicas amables en tanga en la playa, que por ahora no las verá, a no ser que sea usted un potentado que se dispone a viajar en su jet privado al Caribe, claro, aunque entonces tendría miles de cosas más interesantes que hacer que leer esta triste y proletaria columna.
¿Y a qué viene tanto frío ahora?, se preguntará el sector de lectores que siempre se está preguntando algo, desde el precio de las alubias en Sri Lanka hasta la cantidad de posturas sexuales realizables por una persona normal. ¿Es por haber votado sí a la constitución europea (los que fueron a votar)? ¿Es que ahora vamos a tener clima sueco? ¿Decía algo de esto la constitución? Esto es lo que pasa cuando se acepta un texto sin leerlo antes, amigos. Demagogias apartes, por el cine de catástrofes de Hollywood sabemos que el cambio climático y el progresivo calentamiento global llevan a que haga frío en España. Aunque este argumento puede calificarse, como poco, de discutible, no creo que ustedes tengan uno mejor. Y si lo tienen, no puedo saberlo, a no ser que nos escriban, claro, como insisto en casi todos mis artículos, y es que he descubierto con sorpresa que ser columnista de un oscuro diario de internet no proporciona tantas admiradoras ávidas de sexo extremo como me imaginaba, por eso les animo a escribirnos, para que superen su timidez todas ellas.
Volviendo al tema del frío, si es que le interesa a alguien, sorprende que nuestros políticos, tan activos para otras cuestiones (que no citaré, pero ustedes saben que estoy hablando de llenarse los bolsillos), no hayan intervenido en este asunto. Sí, sé que el frío no da demasiado dinero, aparte del que proporciona el aire acondicionado, pero, ¿a qué espera Rajoy para culpar a Zapatero de la ola de frío? Algo así como: “con el gobierno del PP los inviernos eran más cálidos, todo es culpa de los separatistas”. ¿Por qué no se adelanta Zapatero y declara que la ola de frío es herencia del gobierno de Aznar? ¿Están en baja forma nuestros políticos? ¿E Ibarretxe? ¿No dice nada Ibarretxe? ¿Algo como “con mi plan el frío se va a acabar”? ¿Pero qué está pasando en este país?
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