lunes, 14 de abril de 2008

Vocaciones

Hace años que busco a la que tiene que ser mi viuda, pues tengo vocación de muerto, pero no de cualquier muerto, sino de muerto trágico, y nada más trágico que dejar una joven y bella viuda que me llore amargamente. Me la imagino muy guapa de negro, con una pamela del mismo color, como una viuda de película de los años cincuenta, recibiendo en mi velatorio a amigos sobrecogidos por la noticia de mi muerte. Ella lleva un bebé en brazos, un hijo mío que añorará siempre al padre ausente y que berrea como si fuera consciente de que este acontecimiento, la muerte del padre, marcará el resto de su vida. Ella llora también, lo que realza aún más su belleza, e intenta consolar al niño, aunque ella misma está inconsolable. Me gusta pensar que mi cadáver sonríe en ese momento dentro del féretro, pero sé que esto es un detalle del todo irreal.

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