sábado, 30 de junio de 2012
Los demonios
Hay una sombra en mi vida y eres tú, me dice. Qué trágica te pones, le contesto yo. ¿Ves?, responde, no entiendes mi dramatismo, no me comprendes: yo sólo me siento viva cuando me dejo llevar por mis demonios. Tú crees que me haces un favor cuando me ayudas a contenerlos, pero no es así: no es sano, me hacen daño por dentro. Yo necesito soltar las riendas y que corran desbocados hasta que se agoten, aunque arrasen todo a su paso.
viernes, 29 de junio de 2012
Ciencia ficción urbana
Hay un vagabundo andando por la calle y todo el mundo se aparta de su camino. Parece Moisés (mucho, con esa barba) separando las aguas del Mar Rojo. Es una imagen curiosa. Podría decirse que no hacía falta ciencia ficción para crear campos de fuerza: bastaba la indigencia.
jueves, 28 de junio de 2012
Las cosas del amor
Quiero llorarte cuando te mueras, le dijo ella. A él le pareció romántico y preocupante.
miércoles, 27 de junio de 2012
El buen juicio
—Camarada, se le acusa de haberle puesto «Stalin» de nombre a su perro.
—¿Y eso es un delito, camarada juez? El perro es un animal fiel y noble, ¿acaso no es así el camarada Stalin? Nos guía a los trabajadores con fidelidad y nobleza.
—Eso da igual, los perros también son animales asquerosos que se huelen el culo unos a otros.
—Pero eso lo hacen para reconocerse entre ellos gracias a un olfato muy desarrollado. No creo que sea descabellado afirmar que nuestro líder, entre sus múltiples virtudes, posee un olfato ejemplar. Sin duda, lo tiene para el buen gobierno del Estado. Además, también los perros han de encontrar extrañas nuestras costumbres al saludarnos.
—¡Se lamen sus propios genitales! ¡Son unos animales repugnantes!
—Camarada juez, ¿acaso está afirmando que los genitales del camarada Stalin son algo asqueroso? Seguro que son pura ambrosía y sólo él es digno de lamerlos. Y todos sabemos que no hay nada imposible para él, por lo que es capaz de lamérselos, esto es algo evidente.
El acusado fue absuelto de todos los cargos y al juez lo enviaron a un gulag.
—¿Y eso es un delito, camarada juez? El perro es un animal fiel y noble, ¿acaso no es así el camarada Stalin? Nos guía a los trabajadores con fidelidad y nobleza.
—Eso da igual, los perros también son animales asquerosos que se huelen el culo unos a otros.
—Pero eso lo hacen para reconocerse entre ellos gracias a un olfato muy desarrollado. No creo que sea descabellado afirmar que nuestro líder, entre sus múltiples virtudes, posee un olfato ejemplar. Sin duda, lo tiene para el buen gobierno del Estado. Además, también los perros han de encontrar extrañas nuestras costumbres al saludarnos.
—¡Se lamen sus propios genitales! ¡Son unos animales repugnantes!
—Camarada juez, ¿acaso está afirmando que los genitales del camarada Stalin son algo asqueroso? Seguro que son pura ambrosía y sólo él es digno de lamerlos. Y todos sabemos que no hay nada imposible para él, por lo que es capaz de lamérselos, esto es algo evidente.
El acusado fue absuelto de todos los cargos y al juez lo enviaron a un gulag.
martes, 26 de junio de 2012
Todos tenemos que morir
Todos tenemos que morir, dice un señor con bigote que está sentado junto a nuestra mesa, pero yo discrepo. No me gusta la muerte, le digo, me parece un estado vital de lo más antipático. Y poco productivo: qué es eso de estar inmóvil bajo tierra. No, mi mujer no me permitiría jamás ese tipo de vagancia; ni siquiera soporta verme tendido en el sofá. Quizá aceptaría que me muriese los fines de semana, pero tampoco me atrevo a asegurar esto.
lunes, 25 de junio de 2012
El holocausto zombi
El holocausto zombi empezó a las tres de la tarde de un día de julio. Hacía mucho calor y los cadáveres desprendían un hedor insoportable, lo que contribuyó a que la gente se refugiara en sus casas mientras los zombis tomaban las calles. ¿Quién es esta gente?, se preguntó el Gobierno. ¿Podemos mandar a los antidisturbios o perderemos votos? ¿Un ciudadano resurrecto cuenta nuevamente como ciudadano? ¿No hará eso que suba demasiado el paro? ¿Y qué dicen los familiares de los muertos? ¿Han creado ya alguna asociación de afectados? ¿Tenemos presupuesto para que reciban subvenciones? ¿Pueden los ancianos zombis reclamar su pensión?
domingo, 24 de junio de 2012
La otredad
Es una tarde aburrida más y el señor Finisterre decide marcar su propio número en el teléfono móvil. A ver qué pasa, piensa, igual me cargo el móvil... o el universo. Da tono, lo que le resulta curioso, pero antes de que pueda plantearse esto, contestan al otro lado. Dígame, dice la voz, aunque no sea un mensaje muy original. ¿Quién es?, pregunta el señor Finisterre. Soy el señor Finisterre, contesta la voz. El señor Finisterre piensa que eso no puede ser, que esa voz no es la suya, pero esto es algo que siempre decimos cuando nos escuchamos. Comprende por fin que ha llamado a su yo de otra realidad, su yo de un universo paralelo. Se pregunta si le irán mejor las cosas allí, si será más sabio, si será más feliz. Pero cómo explicarle todo este extraño fenómeno sin parecer un loco. Cómo decirle que son la misma persona en realidades distintas, cómo pedirle consejos para mejorar su vida, cómo tener una relación de amistad consigo mismo.
sábado, 23 de junio de 2012
La disolución
Tú no me quieres, le dice ella. Me miras como miras los objetos cotidianos, cuando bien sé que pierdes la cabeza por las cosas extraordinarias. Te veo, sé lo que te hace sentir vivo. De mí ya no puedes escribir, igual que no escribes de una mesa. Te has acostumbrado por completo a mi existencia y así, paradójicamente, he desaparecido.
viernes, 22 de junio de 2012
El martirio
Un hombre se arrodilla en un rincón del bar, extiende los brazos en cruz y comienza a rezar. Los clientes murmuran ante este espectáculo inusual y algunos se levantan, pagan apresuradamente la cuenta y salen del local. Una camarera se acerca al hombre y le pide que desista de su actitud, ante lo que responde éste: No lo entiende, señorita. Este bar es suelo sagrado. Pues aquí la conocí, ¿sabe? Aquí me enamoré de Ella y fue como si la vida comenzara por fin. Y puede que el amor muriera tiempo después, pero el amor me salvará. Yo sigo creyendo en él. Mi amor es una fe, una fe fuerte y atronadora. Es verdad que Ella se marchó, pero volverá. Volverá a renovar su Alianza conmigo. Si me mantengo firme. Si me mantengo puro. Si me mantengo fiel.
jueves, 21 de junio de 2012
El secuestro
—Oye, Martínez, ¿qué es esta nota que he encontrado en mi escritorio?
—No sé de qué me hablas, Susana.
—Señorita Susana, si no te importa. Y lo sabes perfectamente: «Si quieres volver a ver tu grapadora, deposita tu tanga en la papelera de Martínez». ¿En serio? ¿No podías hacerlo de forma más disimulada?
—Esa nota ha podido escribirla cualquiera. Es alguien que quiere incriminarme. Fuerzas poderosas.
—Venga ya, hombre. Eres un guarro y un cutre. Además, un tanga, nada menos. No te dejaría en la papelera ni unas bragas de color carne.
—¿Qué pasa con los negros?
—¿Cómo dices?
—Los negros tienen carne. Eso del «color carne» es racista.
—No intentes distraer la atención.
—Las bragas podrían ser negras. Para el secuestrador, quiero decir, no para mí. Yo no secuestro en horario de oficina.
—¿Es que estás regateando?
—Eso es de futbolistas, no de honrados oficinistas. Yo sólo digo que hay crisis y que el secuestrador seguramente aceptaría una rebaja en lo solicitado. Para mí que es un tipo razonable.
—Sí, claro, es de lo más razonable exigir ropa interior a cambio de una grapadora.
—¿Y qué pasa con el valor sentimental? Es tu grapadora.
—Es de la empresa y creo que podré sobrevivir sin rememorar todos esos estupendos momentos grapando informes.
—Vaya, ahora entiendo tu punto de vista. Esto es intolerable, lo admito.
—Pues sí, claramente.
—¿Qué habría que secuestrarte para que te sentaras a negociar?
—No sé de qué me hablas, Susana.
—Señorita Susana, si no te importa. Y lo sabes perfectamente: «Si quieres volver a ver tu grapadora, deposita tu tanga en la papelera de Martínez». ¿En serio? ¿No podías hacerlo de forma más disimulada?
—Esa nota ha podido escribirla cualquiera. Es alguien que quiere incriminarme. Fuerzas poderosas.
—Venga ya, hombre. Eres un guarro y un cutre. Además, un tanga, nada menos. No te dejaría en la papelera ni unas bragas de color carne.
—¿Qué pasa con los negros?
—¿Cómo dices?
—Los negros tienen carne. Eso del «color carne» es racista.
—No intentes distraer la atención.
—Las bragas podrían ser negras. Para el secuestrador, quiero decir, no para mí. Yo no secuestro en horario de oficina.
—¿Es que estás regateando?
—Eso es de futbolistas, no de honrados oficinistas. Yo sólo digo que hay crisis y que el secuestrador seguramente aceptaría una rebaja en lo solicitado. Para mí que es un tipo razonable.
—Sí, claro, es de lo más razonable exigir ropa interior a cambio de una grapadora.
—¿Y qué pasa con el valor sentimental? Es tu grapadora.
—Es de la empresa y creo que podré sobrevivir sin rememorar todos esos estupendos momentos grapando informes.
—Vaya, ahora entiendo tu punto de vista. Esto es intolerable, lo admito.
—Pues sí, claramente.
—¿Qué habría que secuestrarte para que te sentaras a negociar?
miércoles, 20 de junio de 2012
Rescate
«Si quieres volver a verme, deja una carta de amor en la papelera que hay junto al kiosco de la plaza», decía la nota de su mujer.
martes, 19 de junio de 2012
El edén
He decidido volver a la naturaleza, declaró el profesor Esteban. La naturaleza cercana de este parque público. Sí, ha habido quejas ciudadanas porque me paseo desnudo y hago mis necesidades en el césped, ¿pero acaso no hacen lo mismo los perros? Y nadie le dice a un perro que se ponga pantalones o que cague en privado. Nos hemos alejado de la naturaleza con normas artificiales y yo quiero volver a ser libre. Quiero retozar bajo el sol y sentir la brisa en toda mi piel. Quiero volver al edén, a pesar de la oposición municipal.
lunes, 18 de junio de 2012
Las purgas
—Camarada, se le acusa de tener un extraordinario parecido físico con Trotski.
—¿Eso es un delito?
—De los peores: es un acto constante de propaganda trotskista.
—¿Y cómo va a ser eso culpa mía? Es cosa de la genética.
—Precisamente: tiene usted una genética contrarrevolucionaria.
—Pues la culpa será del Estado, que me la ha adjudicado. Yo no he tenido nada que ver.
—A alguien habrá que fusilar, que sus padres murieron hace años.
—Caso resuelto, entonces.
—No es una solución satisfactoria.
—Yo creo que mi existencia es perjudicial para Trotski, que no soy más que un simple mujik y me paseo con su cara, dejándole siempre en mal lugar.
—Hum. No, no basta. A partir de ahora, tendrá que trabajar para nosotros como tonto del pueblo. Sólo entonces podremos dejarle vivir.
—Vaya, la tontería permanente en vez de la revolución.
—Es un servicio al Estado. Una actividad de contrainteligencia.
—Sí, nunca mejor dicho.
—¿Eso es un delito?
—De los peores: es un acto constante de propaganda trotskista.
—¿Y cómo va a ser eso culpa mía? Es cosa de la genética.
—Precisamente: tiene usted una genética contrarrevolucionaria.
—Pues la culpa será del Estado, que me la ha adjudicado. Yo no he tenido nada que ver.
—A alguien habrá que fusilar, que sus padres murieron hace años.
—Caso resuelto, entonces.
—No es una solución satisfactoria.
—Yo creo que mi existencia es perjudicial para Trotski, que no soy más que un simple mujik y me paseo con su cara, dejándole siempre en mal lugar.
—Hum. No, no basta. A partir de ahora, tendrá que trabajar para nosotros como tonto del pueblo. Sólo entonces podremos dejarle vivir.
—Vaya, la tontería permanente en vez de la revolución.
—Es un servicio al Estado. Una actividad de contrainteligencia.
—Sí, nunca mejor dicho.
domingo, 17 de junio de 2012
La caza de brujas
Tras muchas deliberaciones, el Comité de Actividades Antiamericanas determinó que se potenciara a los jugadores individualistas, pues pasar el balón podía ser una señal de socialismo.
sábado, 16 de junio de 2012
El sabio uso de los recursos escasos
Hace años gané el primer premio del certamen de literatura de Pinares de Entretiempo. Todo el mundo me felicitó por mi excelente relato: Los desvelos constantes, la historia de una familia a través del tiempo. Qué proyectos tienes ahora, me preguntaban, y yo contestaba: tengo varios, pero no puedo revelarlos todavía. Era mentira, no tenía ninguno. El éxito, aunque era un éxito menor, me abrumaba y paralizaba por completo. Me tiré meses sin escribir una palabra, hasta que una mañana me llamaron por teléfono para preguntarme si me interesaba convertir mi relato en un guión cinematográfico. Una cosa pequeña, me dijeron, un corto. Acepté para desengrasar la mente, pues me veía capacitado: era recorrer el camino familiar y muy transitado de mi relato. El corto ganó el primer premio del certamen de cortometrajes de Pinares de Entretiempo. Volví a ser felicitado por esto y volvió también la pregunta: qué proyectos tienes ahora. Yo me hice de nuevo el misterioso, aunque no lo sabía. Las ideas siguieron sin acudir y el tiempo pasaba, así que le ofrecí a un dibujante adaptar mi relato a cómic. Fue otro éxito y nos llevamos el primer premio del certamen de cómic de Pinares de Entretiempo. Después de esto, hice Los desvelos constantes, la novela, y Los desvelos constantes, el largometraje. En la actualidad trabajo en la adaptación teatral, que creo que será bien recibida.
viernes, 15 de junio de 2012
El tatuaje
Una vez salí con una chica tatuada, ¿sabes? Tenía el rostro de Jesús tatuado en la espalda. Al principio me hacía gracia, pero acabó afectando a nuestra vida sexual. Se ponía a cuatro patas en la cama y me decía con voz sugerente: fóllame. Tenía un cuerpo perfecto, era una delicia, pero el caso es que en esa postura no podía evitar ver la cara de Cristo todo el rato. Juzgándome con severidad. Me daban ataques de culpa judeocristiana, sí. Le preguntaba a Lucía, que así se llamaba ella, si podía apagar la luz, pero eso no le gustaba. Qué poco morboso eres, decía, pareces un señor de los años cuarenta. Pero es que Dios me está mirando mientras te la meto, quería decirle yo, pero me daba vergüenza.
jueves, 14 de junio de 2012
La esquina
—Señorita, deténgase un momento. ¿Sabe una cosa? En esta esquina ambienté una parte crucial de mi novela.
—Es lógico, porque una esquina es un cruce.
—No, no me refiero a eso con lo de crucial.
—Tengo que preguntarlo: ¿Y por qué una esquina? ¿Es que su novela va de prostitutas?
—No todas las mujeres que esperan en una esquina son prostitutas.
—Yo lo soy y aquí me tiene.
—Ah, eso facilita las cosas más todavía. Porque yo podría ambientar en esta esquina mi segunda novela, ¿sabe? Y podría salir usted. Sería inmortal. Sólo tendríamos que acostarnos. Un poco. Lo suficiente.
—No está la vida como para hacer descuentos por inmortalidad, cariño.
—Es lógico, porque una esquina es un cruce.
—No, no me refiero a eso con lo de crucial.
—Tengo que preguntarlo: ¿Y por qué una esquina? ¿Es que su novela va de prostitutas?
—No todas las mujeres que esperan en una esquina son prostitutas.
—Yo lo soy y aquí me tiene.
—Ah, eso facilita las cosas más todavía. Porque yo podría ambientar en esta esquina mi segunda novela, ¿sabe? Y podría salir usted. Sería inmortal. Sólo tendríamos que acostarnos. Un poco. Lo suficiente.
—No está la vida como para hacer descuentos por inmortalidad, cariño.
miércoles, 13 de junio de 2012
Follar
Yo vivo para follar, doctor, es una obsesión permanente que me impide llevar una existencia tranquila como la del resto de los mortales. Para que se haga una idea: el otro día me presenté en una oficina en busca de trabajo y me tuvieron esperando en recepción un buen rato, rato durante el que fui incapaz de apartar la mirada de las manos de la secretaria que, con aire ausente, tecleaba frente al ordenador. Me decía a mí mismo: me follaría sus manos, que parecen vaginas. Y estoy seguro de que en realidad no lo parecían, pero yo veía clara la semejanza. No me dieron el trabajo, lógico, no suelen contratar a gente que se presenta a una entrevista laboral con una erección, no es serio. Pero hay más, doctor. El otro día iba en el autobús cuando subió una chica y la fortuna quiso que se situara a mi lado. La chica era muy bonita y llevaba una chaqueta roja; hacía algo de frío. El caso es que durante todo el viaje estuve pensando en meter el pene en el bolsillo de su chaqueta. No sé por qué, no sé si mi intención era follarme su chaqueta o bien que me llevara a su casa de esa guisa. Pensará usted que era una imagen de lo más ridícula, pero a mí me excitó hasta lo indecible. Y episodios parecidos de extravagante erotismo me suceden todos los días, lo que es terriblemente agotador y no me permite hacer nada más.
martes, 12 de junio de 2012
Un triunfo de la voluntad
Mi abuelo era un tipo muy inteligente y con una voluntad de hierro: aprendió alemán estudiando un diccionario y así pudo cumplir por fin su sueño de visitar Berlín. Sólo sabía decir definiciones de palabras y todo el mundo lo tomaba por loco, pero eso no quita mérito a su esfuerzo.
lunes, 11 de junio de 2012
El traductor
—Buenos días, soy su traductor.
—¿Qué?
—Vengo a traducirle a otras lenguas.
—¿Y yo para qué quiero eso?
—Pues para que le entiendan otros, claro. Personas extranjeras, concretamente. El mundo está lleno de ellas, ¿sabe? Algunos partidos políticos incluso aseguran que hay demasiadas.
—No me interesa, la verdad es que ya hay bastante gente en mi vida.
—Qué falta de ambición, hombre. ¿De verdad se conforma con sus conocidos? Siempre la misma gente, cuando yo podría ir traduciendo a diestro y siniestro todo lo que usted dice. Imagine qué práctico que le entienda todo el mundo. Podría ampliar su círculo de amistades de forma radical y para ello sólo tendría que permitir que yo le acompañara a todas partes.
—¿Y qué pasa con mi intimidad?
—Es lo que mejor se me da traducir.
—¿Qué?
—Vengo a traducirle a otras lenguas.
—¿Y yo para qué quiero eso?
—Pues para que le entiendan otros, claro. Personas extranjeras, concretamente. El mundo está lleno de ellas, ¿sabe? Algunos partidos políticos incluso aseguran que hay demasiadas.
—No me interesa, la verdad es que ya hay bastante gente en mi vida.
—Qué falta de ambición, hombre. ¿De verdad se conforma con sus conocidos? Siempre la misma gente, cuando yo podría ir traduciendo a diestro y siniestro todo lo que usted dice. Imagine qué práctico que le entienda todo el mundo. Podría ampliar su círculo de amistades de forma radical y para ello sólo tendría que permitir que yo le acompañara a todas partes.
—¿Y qué pasa con mi intimidad?
—Es lo que mejor se me da traducir.
domingo, 10 de junio de 2012
Con la mirada
La primera vez que te vi, supe que íbamos a follar. Estas predicciones siempre se me dan bien, llámalo intuición femenina. Enseguida supe también que eras un hombre de culos, pues me mirabas a los ojos más de lo que estoy acostumbrada. Pensarás que no hay relación, pero sí: si tienes tiempo para apartar la vista de mis tetas y mirarme a los ojos es que eres un hombre de culos. La cosa completa es así: si no me mira a los ojos, es un hombre de tetas; si sólo me mira a los ojos, es homosexual; si me mira a las tetas, pero también a los ojos, es que es un romántico. Es una teoría mía basada en la pura observación (nunca mejor dicho). Los hombres de culos sois unos románticos porque parece que pensáis algo así: «un día esta chica saldrá de mi vida y esto será lo último que veré cuando se marche, así que voy a ir practicando».
sábado, 9 de junio de 2012
Pequeños momentos de la literatura secreta (2)
Soy un escritor sin obra, pues la regalo a los transeúntes. Creo que estos lectores fugaces agradecen el detalle, pero enseguida me olvidan, puesto que mi obra no lleva firma alguna y además me empeño en ir siempre embozado (lo que es muy molesto cuando hace calor). El motivo de todo esto es que creo que la elegancia de ser secreto no está lo suficientemente valorada por la sociedad y pretendo cambiar esta percepción, aunque esta empresa es un poco difícil precisamente por tratarse de pasar inadvertido.
viernes, 8 de junio de 2012
Pequeños momentos de la literatura secreta
Soy un escritor sin obra, pues la voy regalando a los desconocidos con los que me cruzo por la calle. Esto lo hago sin que se den cuenta, metiéndoles los textos disimuladamente en los bolsillos de la chaqueta, en las bolsas de la compra, etcétera. Estos lectores por accidente participan así en un juego literario en el que la identidad del autor desaparece por completo y es sustituida por una leve sensación de paranoia que resulta de lo más práctica a la hora de contratar un seguro.
lunes, 4 de junio de 2012
Bichos
Una chica entra en el cuarto de baño con la sana intención de orinar, pero se encuentra allí al diablo agazapado en un rincón, por lo que sale despavorida y, como es natural, le pide a su novio que entre y lo mate.
sábado, 2 de junio de 2012
La otra vida
Soñé que me moría e iba a la Gran Biblioteca Celestial a leer las novedades literarias. ¿Qué se cuece en la Tierra?, le preguntaba al ángel que hacía de bibliotecario. Me decía varios nombres y yo respondía insultando a diestro y siniestro, por lo que acababan mandándome al infierno, donde las novedades literarias eran además consideradas buena literatura.
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