viernes, 31 de agosto de 2007
La vida estaba en sus ojos
La vida estaba en sus ojos, escribía yo en aquellos días, aunque sospechaba que todo se desmoronaba mientras trataba de ofrecer una imagen de serenidad. Realmente, era un ejercicio de fe. Sí, yo quería desmentir a Pavese y decir algo como: vendrá la vida y tendrá tus ojos. Pero ella no estaba por la labor, prefería la atención esporádica de otro y que todas nuestras promesas de amor fueran papel mojado. Todos nuestros acuerdos secretos, firmados con besos nocturnos, entre las sábanas, quedaban invalidados.
jueves, 30 de agosto de 2007
Sueños
Soñé que la muerte era un festival internacional de cine donde se proyectaban las vidas de los muertos y daban premios (mejor director, mejor actor, mejor guión, etcétera). A mí no me dieron ninguno.
miércoles, 29 de agosto de 2007
Utopías
Jozef Kolja, escritor checo, luchó contra el totalitarismo estalinista con una sonrisa. Era su forma de rebelarse, de practicar la resistencia pacífica. Cuanto más deprimente era la realidad de su país, más alegres eran sus novelas. Esto le llevó a tener problemas con la censura, especialmente cuando intentó publicar Mi tocayo Stalin es un señor con bigote. Los censores consideraron que frases como "Nos pueden quitar los dientes, pero no la sonrisa" o "En mi opinión" podían incitar a la perturbación del orden público. Kolja, que era muy dado a las citas, se negó a cambiar ni una sola coma alegando que quién era él para mutilar un clásico. Puesto que leer a Oscar Wilde era también ilegal, lo condenaron a diez años de cárcel. En Días de alegría relata su estancia en la cárcel, con pasajes como "¡Qué felicidad, nada como una buena paliza para combatir el insomnio!".
Al salir de la cárcel, dado que no podía volver a su puesto de profesor de la Universidad de Praga, comenzó a dar clases ambulantes de filosofía a cambio de limosna. El hambre le empujó a escribir la obra de teatro El totalitarismo es un humanismo, que escenificó en plazas y callejuelas con indigentes. El éxito de tan audaz propuesta preocupó al gobierno, pues existía un vacío legal al respecto, situación que solventaron encarcelando de nuevo a Kolja, esta vez por impago de impuestos (en el juicio se desestimó, por poco relevante, que estuviera viviendo en la calle y careciera de ingresos).
De nuevo, Jozef Kolja tuvo que enfrentarse a la dura vida en prisión. Pero no permitió que acabaran con su espíritu: reía y reía cada vez que le torturaban. Escribió Verdes son los campos de la cárcel en las paredes de su celda, pues se negaban a darle papel en un vano intento de quebrantar su ánimo siempre risueño, libre, y, por qué no decirlo, un tanto masoquista.
En Europa Occidental, concretamente en un pueblo de Lombardía, se organizó una campaña exigiendo la inmediata liberación de Kolja, pero el gobierno checoslovaco, habiéndolo catalogado como "subversivo optimista", se negó a considerarlo siquiera.
Pasaron los años, muchos, y por fin llegó la democracia. Jozef Kolja, que seguía en la cárcel siendo feliz a su manera, fue finalmente liberado. Era un hombre libre y podía volver a dar clases en la Universidad. Todo el país estaba lleno de esperanza. Enseguida, Kolja empezó a escribir novelas angustiosas. Era su manera de seguir siendo un rebelde.
Al salir de la cárcel, dado que no podía volver a su puesto de profesor de la Universidad de Praga, comenzó a dar clases ambulantes de filosofía a cambio de limosna. El hambre le empujó a escribir la obra de teatro El totalitarismo es un humanismo, que escenificó en plazas y callejuelas con indigentes. El éxito de tan audaz propuesta preocupó al gobierno, pues existía un vacío legal al respecto, situación que solventaron encarcelando de nuevo a Kolja, esta vez por impago de impuestos (en el juicio se desestimó, por poco relevante, que estuviera viviendo en la calle y careciera de ingresos).
De nuevo, Jozef Kolja tuvo que enfrentarse a la dura vida en prisión. Pero no permitió que acabaran con su espíritu: reía y reía cada vez que le torturaban. Escribió Verdes son los campos de la cárcel en las paredes de su celda, pues se negaban a darle papel en un vano intento de quebrantar su ánimo siempre risueño, libre, y, por qué no decirlo, un tanto masoquista.
En Europa Occidental, concretamente en un pueblo de Lombardía, se organizó una campaña exigiendo la inmediata liberación de Kolja, pero el gobierno checoslovaco, habiéndolo catalogado como "subversivo optimista", se negó a considerarlo siquiera.
Pasaron los años, muchos, y por fin llegó la democracia. Jozef Kolja, que seguía en la cárcel siendo feliz a su manera, fue finalmente liberado. Era un hombre libre y podía volver a dar clases en la Universidad. Todo el país estaba lleno de esperanza. Enseguida, Kolja empezó a escribir novelas angustiosas. Era su manera de seguir siendo un rebelde.
martes, 28 de agosto de 2007
Melancolías persistentes
Necesitaba un motivo para no suicidarme esa noche, pero no lo encontraba. Me asomé por la ventana: en la calle no había nadie y las estrellas no me decían nada (habría sido síntoma de esquizofrenia que lo hubieran hecho). En la televisión sólo había teletienda, y lo que necesitaba, como ya he dicho, eran motivos para no suicidarme, no motivos para hacerlo. Traté de recuperar algún buen recuerdo, pero entonces descubrí que mi vida no había sido tan divertida como me gustaba creer. Aquello se ponía peor. Me tomé un vaso de agua, por aferrarme a la vida sana y ver si así se me pasaba. Nada, seguía angustiado y deseando saltar por la ventana y bucear en la acera. Me abofeteé en las mejillas, como una dama del XIX. Bien, más dolor, muy inteligente por mi parte. Empecé a hacer flexiones, por aquello de liberar endorfinas, pero mi lamentable forma física no me permitió hacer más de tres, lo que era humillante (y poco alegre). Por suerte, tanto esfuerzo hizo que me desmayara y a la mañana siguiente, cuando desperté, mi ánimo era otro.
En cuanto se hizo de noche, repetí todo el proceso.
En cuanto se hizo de noche, repetí todo el proceso.
lunes, 27 de agosto de 2007
domingo, 26 de agosto de 2007
Saudades
A Lisboa fueron a morir, pues Oporto no existe, dos amigos poetas que, agotados de la vida, convinieron en despedirse juntos. Uno defendía, como Gabriel Celaya, que la poesía era un arma cargada de futuro; el segundo decía que sí, pero que de fogueo. Pasaban las noches bebiendo e intercambiando versos en alguna taberna acogedora. Uno de ellos decía, por ejemplo, "a golpes de cadera hice que soñara" y el otro respondía algo como "a golpes de cadera nos salvamos aquella noche". Cuando se iban a dormir, ya amaneciendo, estaban muy cansados para suicidarse y decidían que, realmente, no había tanta prisa.
sábado, 25 de agosto de 2007
viernes, 24 de agosto de 2007
Perderse
Una mañana de agosto, Carlos decidió que era de ilusos seguir esperando que en su vida pasaran cosas y que era mejor ser un hombre de acción como Clint Eastwood o, quizás, Marco Polo. Pensar en Marco Polo le hizo recordar cómo de pequeño soñaba con perderse en el Lejano Oriente y cómo la vida le había decepcionado haciendo que lo más parecido a su sueño fueran las ocasionales cenas en el restaurante chino del barrio o las visitas a las tiendas de baratijas regentadas por simpáticos orientales. Pero ya era hora de cambiar esto, musitó en la soledad desordenada de su habitación. Le dijo a su madre, que entonces freía unos salmonetes en la cocina, que se marchaba al Lejano Oriente y que ya le mandaría alguna postal. La madre, que estaba sorda y, por otra parte, acostumbrada a los arranques alucinatorios de su hijo, le dijo que comprara una barra de pan.
Esa misma tarde partió al Lejano Oriente: Murcia, que era el Lejano Oriente más cercano. Carlos se convenció de que Murcia era como Tailandia, aunque en las calles había menos prostitutas infantiles. Como es lógico, Valencia era China y las Baleares eran Japón. España era Asia entera.
Madre, el Pacífico es infinito como siempre había soñado, decía la única postal que envió a casa.
Esa misma tarde partió al Lejano Oriente: Murcia, que era el Lejano Oriente más cercano. Carlos se convenció de que Murcia era como Tailandia, aunque en las calles había menos prostitutas infantiles. Como es lógico, Valencia era China y las Baleares eran Japón. España era Asia entera.
Madre, el Pacífico es infinito como siempre había soñado, decía la única postal que envió a casa.
jueves, 23 de agosto de 2007
miércoles, 22 de agosto de 2007
Mujer fatal
Susana, te escribo con el alma hecha pedazos, lo que seguramente te parecerá bien, puesto que siempre buscaste mi desgracia. Me alegra, por tanto, hacerte feliz, que siempre fue mi deseo.
martes, 21 de agosto de 2007
Escribir en España es llorar
De mis días como muerto viviente, cualquier capítulo: Sí, Laura, esto soy yo, esta herida sangrante que nunca se cierra. El sueño de la inocente no existe, sólo los hombres son niños, me digo mientras mi vida se acaba en reproches que no llevan a ninguna parte. Tengo la cabeza llena de cuentos, pero ninguna esperanza. Hay que morir en cada poema, me grita cada uno de los versos que me queman el alma. Las mujeres me apuñalan por la espalda y ríen y ríen y ríen. Y siempre presente el mismo pensamiento: por qué no yo, por qué no yo. Pero yo no me destruyo, pues no hay nada que destruir. Y no hay belleza en estas palabras, no hay suspiros en las pausas, no se producen desmayos al final de cada frase. Te escribo lejos de todo mientras las lágrimas arrasan mi vida.
lunes, 20 de agosto de 2007
Dignidades
Ella se quitó lentamente el vestido y todas las luces del mundo la iluminaron. Entonces me dijo algo así como que se moría por acostarse conmigo porque formaba parte de ese grupo de escritores que la volvían loca. Contesté que me negaba a ser uno más, que era el único que valía la pena en este mundo de fariseos. Ella me miró como si me hubiera vuelto loco (cuando todo el mundo sabe que eso pasó hace muchos años). Salí de allí. Mientras me dirigía nuevamente a la soledad de mi cuarto, iba pensando que por querer ser especial nunca era nada.
lunes, 13 de agosto de 2007
La guerra
Era septiembre, así que el país volvía a estar en guerra. Altavoz, protagonista de innumerables cuentos (y canciones francesas), se encontraba en la oficina de empeños con la intención de vender la dentadura de su casero para comprar balas, pero su unidad fue movilizada tan repentinamente que no pudo realizar la tan deseada transacción antes de que lo llevaran al frente. Ya que no formaba parte del carácter de nuestro héroe dejarse vencer por las dificultades, procedió a desarmar la dentadura y cargó el fusil con los dientes de su casero. "Así tendrán más mordiente tus disparos", le dijo Ernest, que era idiota.
En el frente no había nadie, ni siquiera el enemigo, que sin duda se había retrasado. Aprovechando la situación, la unidad de Altavoz cavó trincheras olímpicas para poder guarecerse de las miradas indiscretas de los soldados enemigos, si es que tenían a bien aparecer en algún momento de la tarde.
Un par de horas después, cuando ya Altavoz se había proclamado campeón de póquer de su trinchera, llegó por fin el enemigo, causando todo el estruendo que podía con sus tanques y sus fanfarrias, lo que sin duda resultaba muy molesto para los vecinos de la zona. Altavoz, joven e impetuoso, asomó la cabeza unos segundos, apuntó cuidadosamente y disparó contra el que más medallas llevaba. Resultó que era el Káiser, que gustaba de tener excesivo protagonismo, y que recibió el impacto de una muela en pleno corazón, lo que le provocó una muerte que no estaba en sus planes inmediatos.
Habiéndose convertido su país de súbito en república, los soldados enemigos concluyeron con buen criterio que los valores de su sociedad habían cambiado y que, por tanto, era del todo improcedente continuar con esa guerra. Enseguida se firmó la paz con gran jolgorio y correr de bebidas espirituosas, y a Altavoz le concedieron tres medallas que le habían arrebatado al cuerpo del Káiser, medallas que empeñó más tarde para comprarle una nueva dentadura a su casero.
En el frente no había nadie, ni siquiera el enemigo, que sin duda se había retrasado. Aprovechando la situación, la unidad de Altavoz cavó trincheras olímpicas para poder guarecerse de las miradas indiscretas de los soldados enemigos, si es que tenían a bien aparecer en algún momento de la tarde.
Un par de horas después, cuando ya Altavoz se había proclamado campeón de póquer de su trinchera, llegó por fin el enemigo, causando todo el estruendo que podía con sus tanques y sus fanfarrias, lo que sin duda resultaba muy molesto para los vecinos de la zona. Altavoz, joven e impetuoso, asomó la cabeza unos segundos, apuntó cuidadosamente y disparó contra el que más medallas llevaba. Resultó que era el Káiser, que gustaba de tener excesivo protagonismo, y que recibió el impacto de una muela en pleno corazón, lo que le provocó una muerte que no estaba en sus planes inmediatos.
Habiéndose convertido su país de súbito en república, los soldados enemigos concluyeron con buen criterio que los valores de su sociedad habían cambiado y que, por tanto, era del todo improcedente continuar con esa guerra. Enseguida se firmó la paz con gran jolgorio y correr de bebidas espirituosas, y a Altavoz le concedieron tres medallas que le habían arrebatado al cuerpo del Káiser, medallas que empeñó más tarde para comprarle una nueva dentadura a su casero.
domingo, 12 de agosto de 2007
Film noir
Había resuelto el caso: estaba viva. Y lo sabía porque ella le encañonaba en ese momento con un revólver y sabido es que los muertos tienen importantes dificultades a la hora de empuñar un arma, si exceptuamos las películas de terror. Sin embargo, si ella estaba allí, ¿de quién era el cadáver que había desenterrado esa mañana? Esta pregunta y dos balas del calibre 44 fueron las últimas cosas que le pasaron por la cabeza.
sábado, 11 de agosto de 2007
Una relación menor
Él quería correr hacia ella y besarla. Ella quería correr hacia la puerta. Se despidieron civilizadamente.
viernes, 10 de agosto de 2007
jueves, 9 de agosto de 2007
Notas al margen
Me jode lo que me ha pasado. Estar tan lleno de asco, odio y desconfianza. Yo tenía otros planes.
miércoles, 8 de agosto de 2007
martes, 7 de agosto de 2007
La pose del perdedor para las mejores fotos
Te recuerdo, Amanda, con el alma vacía y paseando por las calles de nuestra juventud. Todos los chicos estaban enamorados de ti. Yo lo estaba un poco menos, pero sólo por llevar la contraria. Ni tan maravillosa ni tan rubia, decía yo en los bares a mis amigos, que me miraban como si estuviera loco. Que lo estaba, pero ésa es otra cuestión. Entonces todo era pose, exactamente igual que ahora, y había decidido que la indolencia era más especial que la admiración. En esto, como prácticamente en todo, estaba solo. El caso es que tú elegiste enamorarte de otros y nosotros sólo pudimos seguir hablando de ti entre cerveza y cerveza y preguntándonos en silencio cómo sería la vida contigo.
lunes, 6 de agosto de 2007
Came so far for beauty
El señor Garrett, poeta escocés, cogió un tren para reunirse con su amor, que vivía muy lejos de él y que, incluso, desconocía su existencia, lo cual no le molestaba demasiado porque él también tenía dudas razonables al respecto. Cuando por fin llegó a su destino y volvió a verla, descubrió que se había convertido en una anciana de noventa años que en nada se parecía a aquella ninfa rubia y de ojos azules que había poblado sus sueños de los últimos años. Esto era debido, principalmente, a que aquella chica sólo había existido en su imaginación, pues siempre se había tratado de una anciana (si bien tenía setenta años cuando la vio por primera vez dos décadas antes). Qué lamentable confusión, pensó mientras salía del asilo.
domingo, 5 de agosto de 2007
sábado, 4 de agosto de 2007
Coast to coast
Mi ventaja sobre mi destino era que lo conocía de antemano. Por lo tanto, ya había aceptado mi destrucción y, por eso mismo, era indestructible.
viernes, 3 de agosto de 2007
Naif
Escribir no como terapia, sino como absolución. Redimirse con cada cadena de palabras. Enmendar la vida en un par de frases.
jueves, 2 de agosto de 2007
Spleen de buen amor
Míchel Noguera nunca estuvo en Londres, París, Praga, Berlín, Viena, Nueva York, ni en cualquier otra ciudad claramente superior. Fue un prolífico escritor inédito. No se casó y tampoco tuvo hijos. Sus últimos días los dedicó a rememorar las hazañas de otro, aunque él estaba convencido de que eran suyas y nadie fue capaz de sacarle del error.
miércoles, 1 de agosto de 2007
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