Los deportes de equipo son muy interesantes desde un punto de vista estético, con esa mezcla de coreografía e improvisación. Pero hay que evitar verlos con mujeres, que estropean el asunto con comentarios como «qué guapo es Casillas, ¿verdad?» o «menudo culo tiene Kobe Bryant». Claro que yo me he sentado a ver algún que otro partido de tenis femenino con ese mismo espíritu deportivo:
—Vaya piernas tiene la Hingis.
—¿Y su revés liftado qué te parece?
—¿El qué?
lunes, 30 de noviembre de 2009
domingo, 29 de noviembre de 2009
Notas de diario
Yo ahora tendría que estar escribiendo algo, pero no se me ocurre nada. No estoy muy seguro de que la sinceridad sea un gesto estético, pero de todos modos lo digo. Quizá esto sea una crisis literaria, pero hay que disimular. Silba, me digo, que nadie nota una hemorragia interna salvo por lo blanco que se te queda el rostro. Blanco como este papel que me mira con ojos de dios del Antiguo Testamento.
sábado, 28 de noviembre de 2009
viernes, 27 de noviembre de 2009
El misterio femenino
—Siempre puedes reformarte. Vamos, ven a purificar tu alma avec moi.
—Eso. Entre tus piernas encomiendo mi espíritu.
—Eso. Entre tus piernas encomiendo mi espíritu.
jueves, 26 de noviembre de 2009
Intimismo
Es tan bonito recibir una carta en la que te anuncian un pago, es como una carta de amor. La poesía de las cifras que engrosan tu cuenta se parece a las frases emocionadas de una amante. Claro que a mí nunca me han escrito muchas cartas románticas. Ni tampoco me he hecho rico todavía, por otra parte.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Accesos románticos
Me gusta escuchar tu voz. Me gusta, en un sentido más amplio, hablar contigo. «Esta es la chica», pienso a veces. Es con la que me entiendo. La que tiene el sentido del humor que a mí me gusta. La que me hace reír. Con la que nunca me aburro. Es a la que quiero contarle mis chorradas y mis buenas noticias. Decían en algún sitio que lo bonito de las relaciones es el principio, donde todo es sexo y hablar, sexo y hablar. Así me veo yo contigo. Quitándote la ropa todo el rato y hablando de cosas absurdas.
martes, 24 de noviembre de 2009
La noche de los muertos
Investigué a fondo el asunto y llegué a la siguiente conclusión: si la vida tenía un final, la muerte también debería de tenerlo. Saber dónde estaba ese final ya me costó más. Empecé partiendo de la lógica: hay quien vive mucho y quien vive poco. Pues lo mismo tenía que funcionar en la muerte, pensé. Habría quien volvería de la muerte a los cien años, otros en cambio sólo estarían muertos una breve temporada. Pero no había manera de saber a priori cuánto iba a estar muerta una persona, así que no me quedaba más remedio que espiar a los difuntos y esperar que se levantaran de sus tumbas. Pedí permiso en el ayuntamiento, pero se lo tomaron fatal, dijeron que quería perturbar el reposo de los muertos. Esto me dio una idea: quizá los muertos despertaran de nuevo a la vida si uno organizaba el escándalo suficiente. Por eso instalé unos potentes altavoces en el cementerio y a medianoche atroné el lugar con música heavy. No puedo asegurar que se levantaran los muertos, pero sí los vivos, que pensaron que había llegado el Apocalipsis y llamaron a la policía y el ejército, que enseguida pusieron fin a mi pequeño experimento.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Las obsesiones del alma
Nuestro héroe viene de comprar el pan, lo que no es especialmente heroico, pero qué quieren, es domingo. Se detiene en un paso de cebra a esperar que cambie la luz del semáforo y repara en una atractiva jovencita que espera al otro lado. Tendrá unos quince años, calcula, pero calcula al alza, para que sus detractores no se le echen al cuello. Al cruzar por fin la calle, aprovecha para admirar, de forma nada disimulada, las piernas y el culo de la muchacha cuando ésta llega a su altura. En ese momento escucha el claxon de un coche. Vaya, otro que está pendiente de la chica, piensa. Luego se le ocurre que quizá es una forma de recriminarle a él su actitud, así que deja de mirarla y se gira hacia el automóvil. Es un amigo, que saluda. Nuestro héroe devuelve el saludo preguntándose qué imagen da al mundo.
domingo, 22 de noviembre de 2009
sábado, 21 de noviembre de 2009
Hoteles
—Caballero, antes ha subido usted con una señorita a la habitación con la excusa de que era sólo cosa de subir y bajar.
—Sí, es que la chica se estaba meando y hemos subido para que pudiera usar el baño.
—Han estado mucho tiempo, no se tarda tanto en orinar.
—Bueno, no quería comentarlo porque no es elegante, pero en el baño a la chica le han entrado retortijones y... En fin, por eso ha tardado tanto.
—Hemos escuchado a una pareja gimiendo.
—Es que me aburría esperándola y he encendido la tele. Estaban echando porno en un canal.
—Después de que se marcharan ustedes, hemos entrado en la habitación y en el suelo había un condón usado.
—Eso también tiene explicación: viendo el porno, me he excitado y he acabado masturbándome.
—¿Con condón?
—Claro, no te puedes fiar de nadie en estos tiempos que corren.
—Oiga, ¿por qué no admite de una vez que estaban follando y acabamos ya con esto?
—Yo no admito nada más que los hechos.
—Sí, es que la chica se estaba meando y hemos subido para que pudiera usar el baño.
—Han estado mucho tiempo, no se tarda tanto en orinar.
—Bueno, no quería comentarlo porque no es elegante, pero en el baño a la chica le han entrado retortijones y... En fin, por eso ha tardado tanto.
—Hemos escuchado a una pareja gimiendo.
—Es que me aburría esperándola y he encendido la tele. Estaban echando porno en un canal.
—Después de que se marcharan ustedes, hemos entrado en la habitación y en el suelo había un condón usado.
—Eso también tiene explicación: viendo el porno, me he excitado y he acabado masturbándome.
—¿Con condón?
—Claro, no te puedes fiar de nadie en estos tiempos que corren.
—Oiga, ¿por qué no admite de una vez que estaban follando y acabamos ya con esto?
—Yo no admito nada más que los hechos.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Positivando
Es difícil reconocer en una foto la realidad. Ayer mismo salió en el periódico mi calle y no la reconocí hasta pasado un buen rato. Dicen que es por la perspectiva, la luz, etcétera, pero yo creo que hay algo más. Pensé: es una calle diferente, ficticia. Lo mismo pienso cuando me veo en una fotografía. Se parece a mí si lo observas atentamente, pero no soy yo, es otro. Alguien con una vida distinta que me espía detenido en el tiempo, quién sabe con qué intenciones.
jueves, 19 de noviembre de 2009
Permanentes
—Aquí donde me ve, soy la joven promesa de las letras españolas.
—Yo tengo que pagar muchas. Es tan cara la vida.
—No me ha entendido usted, lo que quiero decir es que soy escritor.
—Ah. ¿Y qué escribe?
—Cuentos absurdos. Pequeñas historias de desesperación. Tragedias cotidianas e inevitables.
—Yo soy peluquero.
—Me parece muy bien.
—Ser peluquero es como ser escritor, ¿no cree?
—No veo el paralelismo, la verdad.
—Sí, hombre, piense: usted tiene que cortar lo que sobra del relato, peinar su imaginación (en busca de ideas originales) y rizar el rizo.
—Oiga, todo eso está bastante traído por los pelos.
—¿Lo ve?
—Yo tengo que pagar muchas. Es tan cara la vida.
—No me ha entendido usted, lo que quiero decir es que soy escritor.
—Ah. ¿Y qué escribe?
—Cuentos absurdos. Pequeñas historias de desesperación. Tragedias cotidianas e inevitables.
—Yo soy peluquero.
—Me parece muy bien.
—Ser peluquero es como ser escritor, ¿no cree?
—No veo el paralelismo, la verdad.
—Sí, hombre, piense: usted tiene que cortar lo que sobra del relato, peinar su imaginación (en busca de ideas originales) y rizar el rizo.
—Oiga, todo eso está bastante traído por los pelos.
—¿Lo ve?
miércoles, 18 de noviembre de 2009
martes, 17 de noviembre de 2009
Citas rápidas
—Bueno, tenemos sólo unos minutos para conocernos. Háblame de ti, Elena.
—Me gustan los atardeceres y el sexo anal.
—Creo que te quiero.
—Me gustan los atardeceres y el sexo anal.
—Creo que te quiero.
lunes, 16 de noviembre de 2009
La arqueología sentimental
—Brindo por una arqueología sentimental. Por las ruinas de lo nuestro.
—No te pongas tan dramático; sólo te ha dejado tu mujer, no es el fin.
—Sí lo es: esta mañana me han diagnosticado un cáncer. Me quedan un par de meses de vida.
—Vaya, no sé qué decir.
—Desapareceré y será como nunca haber existido. La vida dura lo que dura la vida, que es una tautología y una perogrullada, pero es que lo demás no importa. Dime, ¿de qué sirve la muerte? La muerte es no poder aprovechar el tiempo. No poder desnudar a una mujer hermosa, no poder tomar una copa en un bar con un amigo y despotricar un rato. Abajo la muerte. ¿Por qué no hace algo el gobierno? ¿Y la oposición? Te mueres en silencio y te quedas sin cartas que jugar. No más placeres ni disgustos. Y todo se olvidará. Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: borrachos en la puerta del Tanhäusser, que es un local de moda. Bueno, vale, eso lo hemos visto todos. Pero seguro que no eran los mismos borrachos.
—Quizá haya una solución. Verás, conozco a un amigo del autor. Podría pedirle que intercediera por ti.
—¿Y que le dé el cáncer al amante de mi mujer?
—Igual es abusar un poco.
—Pero es un secundario que ni siquiera aparece en este relato. Sólo es una sombra molesta. Quizá ni existe. Tal vez ni siquiera es una invención del autor, sino de mi mujer. Una invención de una invención.
—Oye, que tu mujer también aparece sólo como una sombra molesta.
—Vale, me la he inventado. Como el cáncer. ¿Ya estás contento?
—Aunque seamos personajes sin libre albedrío, que sepas que te pones inaguantable cuando bebes.
—No te pongas tan dramático; sólo te ha dejado tu mujer, no es el fin.
—Sí lo es: esta mañana me han diagnosticado un cáncer. Me quedan un par de meses de vida.
—Vaya, no sé qué decir.
—Desapareceré y será como nunca haber existido. La vida dura lo que dura la vida, que es una tautología y una perogrullada, pero es que lo demás no importa. Dime, ¿de qué sirve la muerte? La muerte es no poder aprovechar el tiempo. No poder desnudar a una mujer hermosa, no poder tomar una copa en un bar con un amigo y despotricar un rato. Abajo la muerte. ¿Por qué no hace algo el gobierno? ¿Y la oposición? Te mueres en silencio y te quedas sin cartas que jugar. No más placeres ni disgustos. Y todo se olvidará. Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: borrachos en la puerta del Tanhäusser, que es un local de moda. Bueno, vale, eso lo hemos visto todos. Pero seguro que no eran los mismos borrachos.
—Quizá haya una solución. Verás, conozco a un amigo del autor. Podría pedirle que intercediera por ti.
—¿Y que le dé el cáncer al amante de mi mujer?
—Igual es abusar un poco.
—Pero es un secundario que ni siquiera aparece en este relato. Sólo es una sombra molesta. Quizá ni existe. Tal vez ni siquiera es una invención del autor, sino de mi mujer. Una invención de una invención.
—Oye, que tu mujer también aparece sólo como una sombra molesta.
—Vale, me la he inventado. Como el cáncer. ¿Ya estás contento?
—Aunque seamos personajes sin libre albedrío, que sepas que te pones inaguantable cuando bebes.
domingo, 15 de noviembre de 2009
La luna
—Dicen que han encontrado agua en la luna.
—Sí.
—Ya podrían encontrar whisky, sería más divertido.
—O vodka, para los rusos.
—Una nueva carrera espacial.
—Sin controles de alcoholemia.
—Sí.
—Ya podrían encontrar whisky, sería más divertido.
—O vodka, para los rusos.
—Una nueva carrera espacial.
—Sin controles de alcoholemia.
sábado, 14 de noviembre de 2009
Tratamientos
—Doctor, tengo cefaleas y náuseas.
—Siéntese y diga «treinta y tres».
—Ya lo he probado en casa y no funciona.
—No es un remedio, es para diagnosticarle.
—Ah.
El doctor se pone el estetoscopio como si fuera un iPod y ausculta al paciente.
—Tiene usted un demonio dentro —le informa.
—Pero eso no puede ser.
—Lo he escuchado respirando dentro de su pecho. Tome, escuche usted.
El paciente se escucha respirar con el estetoscopio y se le demuda el rostro.
—¿Y cómo se me ha metido dentro?
—Algo que habrá comido, seguro.
—¿Y si digo «treinta y tres» varias veces?
—Le repito que eso no tiene ningún poder curativo.
—¿Entonces qué hacemos?
—Extirpar al demonio. Es un procedimiento muy sencillo, con anestesia local.
—Pero eso es practicar un aborto.
—¿Cómo dice?
—Que el demonio no puede valerse por sí mismo fuera de mi cuerpo. Yo es que soy provida, ¿sabe?
—Pero es un demonio lo que tiene dentro, no un niño.
—Da igual, es una vida, no sea usted racista. ¿De cuántas semanas estoy?
—Le repito que no es un embarazo, sino una posesión diabólica.
—Vale, ¿cuántas semanas llevo poseído?
—No sé, yo diría que seis o siete, que no habla en otras lenguas ni echa espumarajos verdes por la boca.
—La verdad es que algunas mañanas me parece que salivo en exceso.
—Bien, le recetaré algo. Ya sabe: vigile los esputos y avíseme si empieza a hablar lenguas extrañas.
—Eso me vendría muy bien para el currículum, que es importante saber idiomas.
—Siéntese y diga «treinta y tres».
—Ya lo he probado en casa y no funciona.
—No es un remedio, es para diagnosticarle.
—Ah.
El doctor se pone el estetoscopio como si fuera un iPod y ausculta al paciente.
—Tiene usted un demonio dentro —le informa.
—Pero eso no puede ser.
—Lo he escuchado respirando dentro de su pecho. Tome, escuche usted.
El paciente se escucha respirar con el estetoscopio y se le demuda el rostro.
—¿Y cómo se me ha metido dentro?
—Algo que habrá comido, seguro.
—¿Y si digo «treinta y tres» varias veces?
—Le repito que eso no tiene ningún poder curativo.
—¿Entonces qué hacemos?
—Extirpar al demonio. Es un procedimiento muy sencillo, con anestesia local.
—Pero eso es practicar un aborto.
—¿Cómo dice?
—Que el demonio no puede valerse por sí mismo fuera de mi cuerpo. Yo es que soy provida, ¿sabe?
—Pero es un demonio lo que tiene dentro, no un niño.
—Da igual, es una vida, no sea usted racista. ¿De cuántas semanas estoy?
—Le repito que no es un embarazo, sino una posesión diabólica.
—Vale, ¿cuántas semanas llevo poseído?
—No sé, yo diría que seis o siete, que no habla en otras lenguas ni echa espumarajos verdes por la boca.
—La verdad es que algunas mañanas me parece que salivo en exceso.
—Bien, le recetaré algo. Ya sabe: vigile los esputos y avíseme si empieza a hablar lenguas extrañas.
—Eso me vendría muy bien para el currículum, que es importante saber idiomas.
viernes, 13 de noviembre de 2009
El tiempo y la distancia
Verónica, la secretaria del jefe, menea graciosamente las caderas mientras yo simulo trabajar en el informe que tengo que mandar a Singapur, país que está más cerca que ella. Ella está a un par de años luz, supongo. O años dinero. Seguro que se acuesta con el jefe, aunque ésta sea una afirmación caprichosa producto de la frustración y del insistente observar de sus caderas, que se balancean en el espacio-tiempo con una cadencia perturbadora.
jueves, 12 de noviembre de 2009
Vae victis
—Y me dijo que no me quiere. ¿Te lo puedes creer?
—Me parece de lo más lógico. Lleva diciéndotelo diez años.
—Pues precisamente. Ya tendría que haber cambiado de opinión, ¿no? Aunque fuera por no repetirse.
—Me parece de lo más lógico. Lleva diciéndotelo diez años.
—Pues precisamente. Ya tendría que haber cambiado de opinión, ¿no? Aunque fuera por no repetirse.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Ahora
Ella tiene un problema con los sentimientos a largo plazo, se le dan mucho mejor los inmediatos. «Quédate a dormir esta noche», le dice, «y mañana ya veremos». Él se ha convertido con los años en un gestor de momentos y simplemente asiente. Por lo que sabe, la mañana podría presentarse o no.
martes, 10 de noviembre de 2009
Pequeños pasatiempos de alcoba
—Joder, tienes el culo más duro del mundo —dice él.
—No es verdad —sonríe ella.
—Creo que aguantaría hasta puñetazos.
Ella no dice nada. Quien calla, otorga, piensa él. Un golpe seco con el puño en la piel desnuda.
—¿Te ha dolido?
—No.
Golpea con algo más de fuerza. Ella colabora alzando el culo.
—¿Y ahora?
—Tampoco.
Más fuerte ahora. Él la mira. Ella tan sólo jadea: «más».
—No es verdad —sonríe ella.
—Creo que aguantaría hasta puñetazos.
Ella no dice nada. Quien calla, otorga, piensa él. Un golpe seco con el puño en la piel desnuda.
—¿Te ha dolido?
—No.
Golpea con algo más de fuerza. Ella colabora alzando el culo.
—¿Y ahora?
—Tampoco.
Más fuerte ahora. Él la mira. Ella tan sólo jadea: «más».
lunes, 9 de noviembre de 2009
Reparaciones
—Buenos días, vengo a que le eche un vistazo a mi coche. Le falta potencia al subir cuestas.
—No se preocupe, un padrenuestro y como nuevo.
—¿Cómo dice?
—No me diga que es usted uno de esos ateos que no creen en el poder curativo de la oración.
—No sé, la verdad es que prefiero un mecánico.
—No sea tonto. Una vez a mi mujer se le estropeó la batidora, recé un rosario y aleluya: al tercer día volvió a funcionar. Como si fuera nueva.
—¿Seguro que no lo era?
—Qué poca fe tiene usted, no me extraña que se le averíe el coche. A ver, ponga en marcha el motor. Ajá, como me temía.
—¿Qué, qué le pasa?
—Creo que tiene al diablo en las bujías.
—No se enfade, pero me voy a otro taller.
—Pero escuche, escuche el ruido del motor.
—A mí me parece normal.
—No, es el diablo, que susurra con voz ronca versos satánicos. Espere, voy a meterle agua bendita en el radiador.
—Todo esto es un sinsentido.
—Oiga, ¿acaso ha estudiado usted mecánica teológica o teología mecánica? Pues entonces déjeme trabajar, que sé lo que hago.
—No se preocupe, un padrenuestro y como nuevo.
—¿Cómo dice?
—No me diga que es usted uno de esos ateos que no creen en el poder curativo de la oración.
—No sé, la verdad es que prefiero un mecánico.
—No sea tonto. Una vez a mi mujer se le estropeó la batidora, recé un rosario y aleluya: al tercer día volvió a funcionar. Como si fuera nueva.
—¿Seguro que no lo era?
—Qué poca fe tiene usted, no me extraña que se le averíe el coche. A ver, ponga en marcha el motor. Ajá, como me temía.
—¿Qué, qué le pasa?
—Creo que tiene al diablo en las bujías.
—No se enfade, pero me voy a otro taller.
—Pero escuche, escuche el ruido del motor.
—A mí me parece normal.
—No, es el diablo, que susurra con voz ronca versos satánicos. Espere, voy a meterle agua bendita en el radiador.
—Todo esto es un sinsentido.
—Oiga, ¿acaso ha estudiado usted mecánica teológica o teología mecánica? Pues entonces déjeme trabajar, que sé lo que hago.
domingo, 8 de noviembre de 2009
Sucedió en una cafetería
La señora Clotilde apura el café mientras observa por encima de las gafas a su vecino, del que sospecha que es el Anticristo. El vecino tiene las cejas muy pobladas, lo que claramente es un ardid para ocultar el 666 que a buen seguro tiene escrito sobre cada ojo. Se comportan de forma civilizada, aparentemente sólo son dos vecinos que han quedado para tomar algo en una cafetería del barrio. Sólo un observador avezado entendería que está asistiendo a un enfrentamiento del que depende el futuro de la humanidad.
sábado, 7 de noviembre de 2009
viernes, 6 de noviembre de 2009
Las altas pasiones
—Y tu lencería sería mi bandera.
—Sería una bandera muy pequeña, entonces.
—Es un nacionalismo bien entendido.
—Sería una bandera muy pequeña, entonces.
—Es un nacionalismo bien entendido.
jueves, 5 de noviembre de 2009
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Por amor
—¿Tienes alguna cicatriz? Me ponen mucho los tíos con cicatrices.
—No, no tengo ninguna.
—¿En serio? Aunque sea de una operación de apendicitis.
—Nada.
—Vaya, qué pena.
—Espera, voy por un cuchillo.
—No, no tengo ninguna.
—¿En serio? Aunque sea de una operación de apendicitis.
—Nada.
—Vaya, qué pena.
—Espera, voy por un cuchillo.
martes, 3 de noviembre de 2009
La guerra de los locos
Las operaciones militares no van nada bien. Los paranoicos creen que todos son el enemigo y disparan a sus compañeros; los esquizofrénicos siguen las órdenes que escuchan en sus cabezas, no las que dicta el alto mando; los psicópatas, por su parte, se pasan el día asesinando a propios y extraños. De nada me sirve ser Napoleón.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Delusiones
—Es preciosa esta vida que hacemos nuestra.
—Me pagas muy bien, es fácil.
—Joder, no digas eso. Eres una meretriz muy antipática.
—¿Una qué?
—No importa. ¿Por qué tienes que acabar con la magia del momento? Sígueme la corriente.
—Mira, guapo, tú me has pagado para follar contigo. Si quieres amor, búscate una novia.
—No, perdona, yo te he pagado por tu tiempo y para que escenifiques una farsa conmigo. Eso no sólo incluye follar conmigo con alegría, sino también mostrarme cariño y respeto.
—Sí que es preciosa la vida, ya veo.
—Me pagas muy bien, es fácil.
—Joder, no digas eso. Eres una meretriz muy antipática.
—¿Una qué?
—No importa. ¿Por qué tienes que acabar con la magia del momento? Sígueme la corriente.
—Mira, guapo, tú me has pagado para follar contigo. Si quieres amor, búscate una novia.
—No, perdona, yo te he pagado por tu tiempo y para que escenifiques una farsa conmigo. Eso no sólo incluye follar conmigo con alegría, sino también mostrarme cariño y respeto.
—Sí que es preciosa la vida, ya veo.
domingo, 1 de noviembre de 2009
Mascaradas
Le pregunto de qué se va a disfrazar y me contesta que de enfermera. «¿Y tú?», me pregunta. Yo no me voy a disfrazar de nada, por lo que contesto en un sentido más amplio: «soy una mezcla de Charles Manson y Roman Polanski».
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