jueves, 30 de abril de 2009

Economía

Que si la crisis, que si la gripe porcina... La gente se queja demasiado. Nadie se da cuenta de que una pandemia es una buena forma de salir de la crisis. Puede descender el número de parados, por ejemplo.

miércoles, 29 de abril de 2009

Música de cámara de gas

Sueño que saludo desde un coche a la multitud, que me confunde con otro. Quizá con Alan Moore. Hay tan poco por lo que reír y tanto por lo que llorar, le digo a mi compañero de asiento, que es Stalin con un cuervo en el hombro que dice «nunca más». Luego estoy en una fiesta en mi honor con todas las mujeres a las que he querido. Van vestidas de blanco virginal, aunque éstas no han sido vírgenes en la vida, pero imagino que es un símbolo. Un símbolo de qué, le pregunto a una, que sonríe a modo de respuesta. Qué bonita es, ahora recuerdo por qué perdí la cabeza por ella. De qué vas, me espeta la más rubia, si tú siempre dices que has querido a muy pocas. El querer es tan subjetivo, respondo yo. Ya, claro, dice ella, siempre con el mismo rollo; pero admite que de mí no te enamoraste nunca, lo que pasa es que te gustaba mi culo. Nena, ya sé que todo esto es muy paródico, contesto yo, pero tú no te has visto de espaldas, ese culo era suficiente para enamorarse de ti. Ella se hace la indignada en vez de mostrarse complacida. Nena, no soy yo, es el manicomio, que me cambia el carácter. Luego viene la pelirroja, que me susurra al oído algo de sodomía en la cocina. Yo me voy detrás de ella esperando que no me estuviera hablando de un grupo de la Movida.

martes, 28 de abril de 2009

Old ways

Me he enamorado seis o siete veces en la vida. Quizás ocho, que la camarera me está mirando.

lunes, 27 de abril de 2009

Pandemias

—Dicen que la gente se está muriendo de gripe porcina.
—A ver si la coges tú, que eres un guarro.
—No, perdona, yo soy un caballero.
—Sí, un caballero. Un depravado, eso es lo que eres.
—Soy un caballero victoriano. La perversión va por dentro.
—Lo que tú digas.
—En cualquier caso, qué poco digna es la gripe porcina. La aviar era mejor; siempre podías decir que había venido el Espíritu Santo a traerte la enfermedad. Pero con esta gripe es inevitable hacer chistes a costa del enfermo. O del muerto, si llegara a pasar lo peor. Hablarían de tu mala higiene, o de tu peso, o de tus parafilias.
—Eso es lo que te preocupa, que hable de tus hábitos sexuales. Morirte es lo de menos.
—Lo peor de morirte es que no puedes defenderte de las habladurías. Que no sé si lo diría Wilde, pero le pega.
—Imbécil.

domingo, 26 de abril de 2009

Capítulo 1700

El cielo está roto. Será la fiebre o el alcohol. Las dos cosas, seguramente. De bar en bar buscando una mujer que a saber dónde se ha metido. Yo buscaba esta noche compañía que silenciara este ruido que me impide dormir. Bah. Me meto las manos en los bolsillos, que es un gesto que siempre queda bien, una protesta pacífica, y me marcho a casa pensando que en realidad todo esto me da igual.

sábado, 25 de abril de 2009

Memento mori

—Es la primera vez que me miras así.
—¿Cómo?
—Como si me reconocieras.
—No. Pensaba que eras otra.

viernes, 24 de abril de 2009

Pasos de peatones

Estamos esperando a que el semáforo se ponga verde cuando una señora de mediana edad le dice a Max: «qué bonito eres, tienes los ojos del color del cielo».
—Qué curioso, antes te decían cosas a ti por la calle y ahora se las dicen a tu hijo —le digo yo a Alba.
—Sí, es verdad —contesta ella.
—Bueno, mientras no se las digan los albañiles, no pasa nada.

jueves, 23 de abril de 2009

Papel en la vida

Antes estaba gorda, pero ya no. No tengo vocación de gorda, siempre lo he pensado. Mi madre sí, ella ha sido gorda toda la vida, pero yo me veía de otra manera. Tenía vocación de tía buena, de mujer fatal, aunque los hombres no se daban cuenta. Cómo iban a darse cuenta, claro, pensaban que ser gorda era lo mío. Se equivocaban, era una gorda terrible. Nunca se me dio bien, aunque pareciese reunir las condiciones necesarias para el cargo. Una impresión externa, pero la apariencia externa por sí sola no es de ningún valor, que decía Stanislavski.

miércoles, 22 de abril de 2009

Conversaciones telefónicas

—Buenos días, ¿tiene usted un momento?
—Sí. Estábamos en la playa, ella llevaba un vestido blanco; derramé el champán en su escote y le...
—Oiga, ¿de qué me está hablando?
—Pues de un momento importante de mi vida, ¿no era eso lo que me preguntaba?
—No, verá, lo que preguntaba es si me puede atender.
—Claro que sí, ¿qué le pongo? Tengo fresquísimos los huevos. Y con esto no quiero decir que esté desnudo en casa, que también, sino que le hablo de mis gallinas. ¿Cuántas docenas quiere? De huevos, no de gallinas.
—Eh, no quiero comprar nada. Sólo quiero hablarle de una cosa.
—Ah, haberlo dicho antes, se explica usted fatal. Dispare.
—¿Ha leído usted la Biblia? ¿Ha aceptado a Jesús como su salvador?
—No, a Aquiles.
—¿Cómo dice?
—Que he aceptado a Aquiles como mi salvador. Puestos a leer un libro tan antiguo, prefiero la Ilíada. ¿La ha leído usted? Además, Aquiles muere por culpa de una tía buena que lo enreda todo, tiene mucho más sentido. Aunque él estaba con Patroclo, claro, Helena era para Menelao, que era el marido. La moraleja está clara: no te metas en disputas de pareja. ¿Oiga? ¿Oiga?

martes, 21 de abril de 2009

Programa SETI

Hay un terror espacial en el hecho de entrar en el cuarto de baño con la luz apagada, opina ella. ¿Y si me ataca una cucaracha?, piensa. O dos, una por delante y otra por la retaguardia. Aprovechando la nocturnidad y la alevosía que les concede guiarse con sus pequeñas antenas de seres provenientes del espacio exterior. O del espacio interior: las grietas en las paredes; las cañerías por las que se arrastran hacia la superficie por las noches, aprovechando el sueño de los humanos; las alcantarillas, donde imponen su ley. Hay seres en este mundo que no son de este mundo, se dice. Si pudiera despertar a su marido, mandarlo al cuarto de baño como una sonda de la NASA y preguntarle si encuentra vida extraterrestre. O intraterrestre. Pero se reiría de ella, de sus miedos infantiles. Hay que arreglar ese interruptor de una vez.

lunes, 20 de abril de 2009

Play it fucking loud

No creas, lo que me pierde es el gesto estético. Es lo único que me importa ya, en realidad. La utilidad de todo esto se me escapa.

domingo, 19 de abril de 2009

Perversiones

—Quiero que te hagas dos trenzas para cogerte de ellas mientras te follo la boquita.
—Vaya, ¿y eso no te parece pederasta?
—No. Son trenzas vikingas.

sábado, 18 de abril de 2009

Les amants réguliers (3)

—Escribe sobre la última vez que nos vimos.
—Ya he escrito sobre la última vez que nos vimos.
—La última vez que nos vimos fue en una casa bohemia que habitaba un músico alemán...
—Sí.
—«Ella hacía una voz en off y yo lo supervisaba todo». O: «Ella hablaba y todos callaban».
—Sí. Era como siempre te he visto yo.
—«También se disculpaba continuamente».
—«Muy educada, más que conmigo; siempre fue un poco zorra».
—«Parecía que pidiese perdón no sólo por las equivocaciones que cometía, sino también por el daño que me había causado toda la vida».
—Eso habría estado bien.
—«Después fuimos a comer camembert con salsa de arándanos».
—Oye, hablando de la cena...
—«Y se fue a casa. Mientras se perdía en medio de la noche...».
—En el momento no me di cuenta de que partías no sé qué por la mitad para compartirlo conmigo. Es que había bebido. Pero luego pensé: «qué bonito».
—Ah, sí. Queso.
—Sí.
—Me sentía como si fuéramos pareja.
—Estuve pensando mucho en ti.
—Y yo en ti. Luego leí tu carta para otra y dejé de pensar en ti.

viernes, 17 de abril de 2009

Pelirroja

Ella sonríe y a mí se me para el corazón. Se me para otra cosa, diría si fuera argentino. Pero no soy yo quien se detiene, me digo, es el mundo, que espera que ella dé la orden para volver a ponerse en marcha. No des la orden, deseo yo en silencio, que mirarte es como si la realidad fuera por fin ficticia, creada, recreada, perfecta.

jueves, 16 de abril de 2009

Las puertas de la percepción

En un bar, de madrugada. Las mujeres bailan, los hombres mueven la cabeza. Un amigo me dice que Paula se ha marchado cinco minutos antes de que llegara yo. «Una metáfora de mi vida», contesto, aunque sé que me repito mucho y que creo que el mundo gira en torno a mí. Otro amigo me cuenta sus experiencias con peyote en el desierto mexicano. «De pronto era como si la percepción se hubiera abierto y pudiera ver las cosas en su plenitud». «Sí, infinitas», le interrumpo yo, y recito a William Blake, muy en mi papel. Estamos todos muy borrachos, es nuestra defensa. Me sigue contando y me dice que estuvo hablando con un perro. «Conecté con él, yo le miraba y notaba que me entendía, le cambiaba el rostro; decía algo polémico y el perro gruñía, mostraba enfado; hablaba de algo positivo y el perro se calmaba». Genial, yo quisiera hablar así con mi perro. Es más, quisiera hablar así con algún ser humano.
Días después, Alba me cuenta que pasó unos días en una cabaña y pensó: «en esta cabaña podría vivir Míchel». Es natural, yo también me veo de anacoreta, una mezcla de Salinger y Unabomber. «Había buitres», me dice, y yo me acuerdo del episodio mexicano, porque erróneamente creía que ella estuvo de vacaciones en Almería, en el desierto, pero no, estuvo en el campo, en la sierra, en algún sitio bucólico. Luego hablamos de mi famosa carta. «Siempre igual, Míchel: enamorado del amor», me recrimina con cariño. «Qué va, si estoy muerto por dentro, ya tendrías que saberlo», y se me ocurre que yo debería vivir en una cabaña en el desierto, tomar peyote y hablar con los buitres.

miércoles, 15 de abril de 2009

Decoración de interiores

—Me encantó tu declaración de amor. Me gusta muchísimo como escribes.
—Gracias, eres un encanto.
—¿Es todo real?
—El 95%. Pero contado por mí queda mejor de como pasó, seguramente. Hay que tamizarlo todo por la literatura.
—Pues te ha quedado genial.
—Al final la chica se casó con otro tipo, pero yo quedé muy cinematográfico en la barra del bar.

martes, 14 de abril de 2009

Tácticas de guerra

—Pues eso, que ahora no sé cómo arreglar las cosas con él.
—Dile que lo sientes y que tiene razones para enfadarse. Eso nos descoloca, no estamos acostumbrados a oíroslo.

lunes, 13 de abril de 2009

Les amants réguliers (2)

—Mi madre me pregunta por qué no quedo contigo y yo sólo le digo que no puedo.
—¿Y por qué no puedes?
—Porque me quieres.
—¿Y acaso no me quieres tú también a mí?
—Sí.
—Pues yo sólo veo motivos para quedar, tía loca.
—No es tan fácil.
—Sí lo es. En realidad, sí lo es.

domingo, 12 de abril de 2009

Femina homini lupus

¿Pero cómo puedes decir que eres misógino cuando luego escribes esas cosas de las mujeres?, me pregunta una amiga. Yo no digo nada, puede que sea verdad. Igual que un cínico es en realidad un romántico, un misógino ama a la mujer a pesar de todo (a pesar de ella). Luego pienso en una cosa que decía Groucho Marx en Sopa de ganso: «Recordad que estamos luchando por el honor de esta mujer, lo que posiblemente es más de lo que ella hizo jamás». Lo del misógino romántico es algo así.

sábado, 11 de abril de 2009

En la consulta del psiquiatra

—Me da miedo morirme ahora, dejando tantas cosas inacabadas. La estantería de ikea que compré el mes pasado, por ejemplo. Ya debería haberla montado para colocar en ella los libros que no tengo. Sin embargo, sigue dentro del embalaje: el ataúd de un mueble que no vuelve a la vida.
—Se preocupa usted demasiado. Haga como yo, estudie la mente humana. Es fascinante. ¿Sabe que tenemos interruptores dentro que no funcionan? Pero es normal, Dios no era electricista, sino carpintero.
—Seguro que haría buenos muebles.
—Pero no como los de ikea, que tiene que montarlos uno. Los muebles divinos se montarían solos.
—Es la vida, que está mal construida. Habría que tirar un par de tabiques y poner baldosas nuevas, por ejemplo.
—Perdone que me ponga muy freudiano, pero eso suena a insatisfacción sexual. Romper barreras y pisar un suelo que hemos elegido nosotros. Miedo al compromiso si no es con nuestras condiciones.
—También podría ser transvaloración de todos los valores, que decía Nietzsche. Filosofía del martillo.
—Nietzsche hablaba de acostarse con su hermana, no sea ingenuo. El superhombre es un hombre que se entrega al incesto con una sonrisa en la boca.
—Yo no tengo hermanas.
—Me temo entonces que tendrá que conformarse con ser un hombre corriente y aprender a convivir con el mundo. No tire las paredes, píntelas de vivos colores. La vida es una cárcel mental. Dibuje en las paredes ventanas que den a patios interiores imaginarios. Asómese a su inconsciente cada noche, antes de dormir, y salude a sus vecinos. Todos ellos son usted, algún aspecto de usted. Tiene que vivir con ellos, no hay mudanza que valga aquí. Aunque no los soporte. Ponga buena cara. Sea hipócrita. No es tan difícil.

viernes, 10 de abril de 2009

Piden muerte desde la tercera fila

Me voy a dar al suicidio, que la bebida ya la tengo muy vista.
Pavese me dice desde los rincones que el talento no puede salvar a nadie.
La pierna amputada de Rimbaud mueve los dedos como si fueran las cinco cabezas de una hidra que asiente a lo que dice el italiano.
Y no poder contarle a nadie todo esto, me digo.
De todos modos, yo no escribo para nadie. Lo mismo se puede decir de todo lo demás.

jueves, 9 de abril de 2009

Garabato

Sigo mis huellas buscándome, pero el pasado fue de otro.

miércoles, 8 de abril de 2009

Televisión

Hace tiempo me preguntó una amiga si los apartamentos que ganaban los concursantes del «Un, dos, tres» estaban en Torremolinos. No, en Torrevieja, le contesté yo. A ella le pareció una pena, le habría gustado que mis vecinos fueran ex concursantes. Estaría bien eso, pensé yo, barriadas enteras de ex concursantes del «Un, dos, tres» recordando la gloria perdida. Un drama humano. Juguetes rotos. Descamisados, que decía Eva Perón. Parias de la tierra, famélica legión y todo eso. A las barricadas catódicas, no pasarán. O que pasen sólo los reporteros de «Callejeros».

martes, 7 de abril de 2009

Los amantes (2)

—¿Qué haces desnuda? —le espetó su marido al entrar.
—Hace calor, cariño.
—Sí, claro. Seguro que estabas puteando, puta.
—No seas redundante —dijo ella—. La cena estará lista en un momento, en cuanto llegue la pizza.
—Otra vez pizza, no hay manera de comer de forma decente en esta casa. Por cierto, ¿qué has hecho en la casa? Parece otra.
—¿Verdad que sí? Soy una decoradora fabulosa. He seguido las enseñanzas de Strindberg.
—Oye, ¿quién es esta gente de las fotos?
—Modelos. Las fotos venían con los marcos, ¿te gustan?
—Son un poco feos. Tanto los marcos como los modelos.
—Estás de mal humor, eso es lo que pasa. ¿Un día duro en el trabajo?
—Sí. Los suicidas, que se agazapan tras los semáforos y saltan sobre los coches. Hoy hemos atropellado a siete. Claro, los alumnos están en una crisis nerviosa permanente. Me preguntan qué deben hacer si les pasa en el examen. Yo les contesto que en caso de pánico hay que pisar el acelerador, siempre, pero sonriendo, como si no pasara nada. Ante todo, naturalidad.
—Es un buen consejo, casi de sabiduría zen —dijo ella.
—La culpa es del gobierno, que no detiene a los suicidas.
—Tendrían que ejecutarlos, ¿verdad?
—No, que eso es lo que quieren esos viciosos. Mejor que les obliguen a ser felices. Tanto nihilismo no es bueno, ya lo decía mi padre.
—¿Pero tu padre no se suicidó?
—No, fue un terrible accidente.
—¿No se ahorcó?
—Estaba practicando puenting. Quería volver a sentirse joven.
—Bueno, no te preocupes, tengo algo que es mejor que el autoengaño. Una mamada, ¿te apetece? —dijo ella arrodillándose.
—Vale, mientras llega la pizza. Por cierto, ¿cuánto te has gastado en ese armario?

lunes, 6 de abril de 2009

Lencería y bancos del parque

—Qué calor. Y no me puedo quitar el chaleco porque no llevo sujetador y esta camisa se transparenta.
—Pues habértelo puesto.
—No podía hacerlo. Con esta camisa tengo que llevar sujetador blanco.
—Y hoy no puedes llevar sujetador blanco porque...
—Porque no iría conjuntada con las bragas que llevo.
—Oye, cuando salías conmigo ibas sin conjuntar un montón de veces.
—Porque no tenía tanta lencería como ahora. Tengo una lencería preciosa.
—Menos mal, que antes tenías algunas bragas feísimas.
—¿Yo? ¿Cuándo?
—Ya sabes. Bragas de regla, que decías tú. Unas bragas muy feas.
—¿Feas? ¿Con este culo? Imposible.
—Sí, vale, tu culo está de puta madre, pero las bragas que te ponías a veces eran muy feas. Por cierto, enséñame las que llevas puestas.
—No puedo, este pantalón tiene la cintura muy alta.
—Claro que puedes, déjame a mí... Vale, no se puede, me rindo.
—Espera, ya lo hago yo. Mira.
—Muy bonitas. Recuerdo que, una vez, cuando todavía no salíamos juntos, te dije: «te quiero porque eres la única chica que me enseña las bragas». Te reíste un montón.
—Ahora te las enseñan muchas.
—Sí, algunas.

domingo, 5 de abril de 2009

Desacuerdos

—Preferiría que también quisieras otras cosas. Por ejemplo, comerte un gofre conmigo en la terraza sin que pensaras: «podría follármela aquí mismo».
—Nena, yo eso lo voy a pensar siempre.

sábado, 4 de abril de 2009

We're only in it for the money

Ha ganado usted el segundo premio del certamen de cartas de amor, le dicen por la mañana al autor, que, con expresión ausente a causa de la falta de sueño, pues ha recuperado el insomnio y la mirada trágica para ciertos asuntos, piensa: nunca hubiera imaginado que se puede sacar dinero del desamor. Luego viaja con la memoria a aquella noche en la que escribió la carta: una guapa brasileña quería quedar con él, pero él dijo que no, que tenía que escribir una cosa para un concurso. Ella le dijo: pero si no vas a ganar. Da igual, contestó él, inasequible a la tentación: es el concepto, hay que competir para poder quejarse luego.
Se pasó la noche pensando que podría estar emborrachando a una chica en vez de estar en casa desnudándose emocionalmente.

viernes, 3 de abril de 2009

Por la mañana

Cuesta levantarse de la cama y no debería ser así, debería ser justo al revés, pues qué me ata a la cama. Nada. Nadie. Sólo están las sábanas. Y ácaros que no veo, supongo, que no son la compañía más sensual que se me ocurre. Hay tantas mujeres, dice una voz que sale de un cajón. La conciencia, pienso yo. Pepito Grillo. Hay tantas mujeres, pero por ahí, que aquí ahora mismo no hay ninguna, remata la voz. Es verdad, contesto yo, que a estas alturas ya doy por perdida mi cordura. ¿Qué estarán haciendo? Seguro que algo mejor que hablar solas, responde la voz. Bah, digo yo, y hago un gesto amenazador con el puño, qué sabrás tú, si no existes; yo al menos existo fuera de mi cabeza, que ya es bastante. Sí, sí, ya veo lo bien que existes: ahí hablando con las voces de los cajones y buscando ácaros en las sábanas; por cierto, muy elegante lo de pasearte en calzoncillos.

jueves, 2 de abril de 2009

Para una nueva metafísica

Del verdadero olvido no ha escrito nadie. Básicamente porque resulta imposible recordarlo.

miércoles, 1 de abril de 2009

29,5 kilómetros por segundo

Yo quería ser el último de los soldados en rendirse. Quería ser el primero que lo traicionara todo por ti. Quería escribir las nuevas leyes del mundo. Pero ya no soy capaz de recordar tu cuerpo. El tamaño de tus pezones. La forma de tus tetas. El contorno de tus caderas. El dibujo de tus nalgas.
Arrojo las armas lejos y me entrego a la innoble tarea de olvidarte.