miércoles, 2 de abril de 2008

De la ignorancia

En realidad, no dejo que nadie me conozca, pienso mientras pierdo el tiempo una noche más. Ni siquiera se lo permití a aquella chica que me quiso durante un año entero, quizás dos, y que siempre se reía con mis historias. Creía en mí más que yo mismo y le molestaba mucho mi manía de no tomarme en serio nada. Pero cómo explicarle que me aterraba la eventualidad de todo lo que me importaba, que no soportaba la idea de que finalmente nada estuviera en mi mano. Cómo hacerle entender que la única forma que tenía de abandonar mi visión trágica de la vida era banalizarlo todo.

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