Estamos esperando a que el semáforo se ponga verde cuando una señora de mediana edad le dice a Max: «qué bonito eres, tienes los ojos del color del cielo».
—Qué curioso, antes te decían cosas a ti por la calle y ahora se las dicen a tu hijo —le digo yo a Alba.
—Sí, es verdad —contesta ella.
—Bueno, mientras no se las digan los albañiles, no pasa nada.
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