—Me da miedo morirme ahora, dejando tantas cosas inacabadas. La estantería de ikea que compré el mes pasado, por ejemplo. Ya debería haberla montado para colocar en ella los libros que no tengo. Sin embargo, sigue dentro del embalaje: el ataúd de un mueble que no vuelve a la vida.
—Se preocupa usted demasiado. Haga como yo, estudie la mente humana. Es fascinante. ¿Sabe que tenemos interruptores dentro que no funcionan? Pero es normal, Dios no era electricista, sino carpintero.
—Seguro que haría buenos muebles.
—Pero no como los de ikea, que tiene que montarlos uno. Los muebles divinos se montarían solos.
—Es la vida, que está mal construida. Habría que tirar un par de tabiques y poner baldosas nuevas, por ejemplo.
—Perdone que me ponga muy freudiano, pero eso suena a insatisfacción sexual. Romper barreras y pisar un suelo que hemos elegido nosotros. Miedo al compromiso si no es con nuestras condiciones.
—También podría ser transvaloración de todos los valores, que decía Nietzsche. Filosofía del martillo.
—Nietzsche hablaba de acostarse con su hermana, no sea ingenuo. El superhombre es un hombre que se entrega al incesto con una sonrisa en la boca.
—Yo no tengo hermanas.
—Me temo entonces que tendrá que conformarse con ser un hombre corriente y aprender a convivir con el mundo. No tire las paredes, píntelas de vivos colores. La vida es una cárcel mental. Dibuje en las paredes ventanas que den a patios interiores imaginarios. Asómese a su inconsciente cada noche, antes de dormir, y salude a sus vecinos. Todos ellos son usted, algún aspecto de usted. Tiene que vivir con ellos, no hay mudanza que valga aquí. Aunque no los soporte. Ponga buena cara. Sea hipócrita. No es tan difícil.
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