viernes, 3 de abril de 2009
Por la mañana
Cuesta levantarse de la cama y no debería ser así, debería ser justo al revés, pues qué me ata a la cama. Nada. Nadie. Sólo están las sábanas. Y ácaros que no veo, supongo, que no son la compañía más sensual que se me ocurre. Hay tantas mujeres, dice una voz que sale de un cajón. La conciencia, pienso yo. Pepito Grillo. Hay tantas mujeres, pero por ahí, que aquí ahora mismo no hay ninguna, remata la voz. Es verdad, contesto yo, que a estas alturas ya doy por perdida mi cordura. ¿Qué estarán haciendo? Seguro que algo mejor que hablar solas, responde la voz. Bah, digo yo, y hago un gesto amenazador con el puño, qué sabrás tú, si no existes; yo al menos existo fuera de mi cabeza, que ya es bastante. Sí, sí, ya veo lo bien que existes: ahí hablando con las voces de los cajones y buscando ácaros en las sábanas; por cierto, muy elegante lo de pasearte en calzoncillos.
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