Ha ganado usted el segundo premio del certamen de cartas de amor, le dicen por la mañana al autor, que, con expresión ausente a causa de la falta de sueño, pues ha recuperado el insomnio y la mirada trágica para ciertos asuntos, piensa: nunca hubiera imaginado que se puede sacar dinero del desamor. Luego viaja con la memoria a aquella noche en la que escribió la carta: una guapa brasileña quería quedar con él, pero él dijo que no, que tenía que escribir una cosa para un concurso. Ella le dijo: pero si no vas a ganar. Da igual, contestó él, inasequible a la tentación: es el concepto, hay que competir para poder quejarse luego.
Se pasó la noche pensando que podría estar emborrachando a una chica en vez de estar en casa desnudándose emocionalmente.
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