viernes, 15 de junio de 2012
El tatuaje
Una vez salí con una chica tatuada, ¿sabes? Tenía el rostro de Jesús tatuado en la espalda. Al principio me hacía gracia, pero acabó afectando a nuestra vida sexual. Se ponía a cuatro patas en la cama y me decía con voz sugerente: fóllame. Tenía un cuerpo perfecto, era una delicia, pero el caso es que en esa postura no podía evitar ver la cara de Cristo todo el rato. Juzgándome con severidad. Me daban ataques de culpa judeocristiana, sí. Le preguntaba a Lucía, que así se llamaba ella, si podía apagar la luz, pero eso no le gustaba. Qué poco morboso eres, decía, pareces un señor de los años cuarenta. Pero es que Dios me está mirando mientras te la meto, quería decirle yo, pero me daba vergüenza.
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4 comentarios:
Ocurrió en el purgatorio.
No te puedes tatuar a Jesús en la espalda y decir 'qué poco morboso eres, pareces de los años 40', porque el trastorno se va a notar. Es como poner encima del cabecero la típica cruz de 1x1 y usar cuerazo para tus turbiedades. Error de sistema.
Un saludo! (Un día más me has sacado la sonrisa)
Razón de más el tatuaje para follar a tope ;)
No, si yo le comprendo. Aunque peor habría sido una Virgen lacrimosa...
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