Katerina, soñé que tuvimos un encuentro inesperado. Yo te propuse que nos viéramos en un hostal del centro. Me registraré con mi nombre de escritor, te dije, que es un tipo mucho más serio que yo, tú puedes registrarte con un nombre falso. Pensaba entonces en aquello que me repetías siempre: «yo te digo que sí a todo», pero esta vez me dijiste que no, a la hora de la verdad dijiste que no. No, eso no, pero te voy a llevar al chino más cutre y auténtico de toda la ciudad, respondiste. La comida china no me gusta tanto como desnudarte, pensé yo, pero no te dije nada.
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