viernes, 25 de julio de 2008
Disturbios
Ella me avisó de lo que pasaría, es la verdad. No estés conmigo, me dijo, que hago daño, eso es lo que hago. Pero yo era joven y necesitaba el amor. No me importa, contesté, las profecías están para incumplirlas. Luego pasó un año, o dos, o tres, no estoy seguro, administramos fatal el tiempo cuando somos felices, y empecé a notarla distante, distinta. ¿Qué te pasa, amor? Nada, es el trabajo, estoy un poco agobiada. ¿Qué tienes, nena? Nada, mi madre, que he discutido con ella. No, venga, dime la verdad. Vale, pasa algo. ¿El qué? Que ya no estoy enamorada de ti. ¿Y cómo ha sido eso? No sé, la rutina. Vaya un motivo, guapa. Bueno, es que he conocido a alguien. Pero qué es eso de conocer a alguien mientras estoy distraído, te parecerá bonito. Ni bonito ni feo, es lo que ha pasado. ¿Y quién es él? ¿Importa acaso? Claro que sí, tendré que odiar a alguien, digo yo. Pues ódiame a mí, que soy la que te deja. Ya, pero es que eres muy bonita, es difícil odiarte. ¿Ves?, eres algo demasiado seguro para mí, se ha perdido la incertidumbre. Pues para mí está comenzando ahora mismo. Lo siento, yo nunca quise hacerte daño, pero te avisé. Sí, eso es verdad, pero pensé que te hacías la interesante. Te arriesgaste y has perdido, a veces pasa. No sé, a mí me pasa casi todo el rato.
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