Después de muchos años, vuelvo a la universidad. Como entonces, tomo el autobús para llegar a ella, pero muchas cosas han cambiado. El número de la línea ya no es el mismo, aunque esto es un detalle menor. Cuando estudiaba la carrera, era en las paradas del centro donde subían más estudiantes. Vivían allí, claro (también cerca del campus), en el meollo. Ahora no, la gentrificación los ha expulsado del centro de la ciudad y el autobús ya viene cargado de alumnos cuando me subo a él en la misma parada de antaño.
1 comentario:
Madre mía, qué ganas
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