—Encontrarnos sería sencillo.
—Sí, sólo tendríamos que coincidir en algún sitio.
—Claro, ¿dónde te apetece que nos veamos?
—Pero eso no depende de mis apetencias, sino del destino.
—¿Cómo dices?
—Las cosas no hay que forzarlas, no podemos jugar a dioses.
—Pero yo hablo de quedar.
—Ah, te refieres a un encuentro deliberado. ¿Dónde está el romanticismo en eso?
2 comentarios:
Que manera de dar largas xD
Temo que el romanticismo nunca encuentre a sus amantes sin una cita deliberada. La carne roja y poco hecha necesita una confirmación.
Publicar un comentario