miércoles, 22 de febrero de 2017

Tánatos

Hace poco murió un conocido y desde entonces no dejo de darle vueltas a la idea de la muerte y su inevitabilidad. Pero esto no es todo: como si tuviera un sexto sentido, últimamente sólo estoy leyendo libros sobre la muerte (de algún ser querido, de la propia caducidad, etcétera). Se podría decir que lo hago de forma inconsciente aunque no me lo haya propuesto, pero es que me pasa incluso cuando saco un libro de la biblioteca sin leer la sinopsis, fijándome sólo en el autor. De acuerdo, sí, la muerte es uno de los grandes temas, pero también está el amor y no acierto tanto con él.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Y bueno, eso me pasa desde chico, pero ante esa inevitabilidad uno puede adoptar varias posturas. Una es el pasmo (que no conduce a nada, y menos si te pilla en medio de una carretera). Otra es el cartujismo (hermano, morir habemos, y entonces tó pa qué... demasiado aburrida, sobre todo para un ateo). Otra es "a follá, a follá, que er mundo se va a acabá". Un representante del orden científico no puede nunca adoptar esa postura porque se acabarían los fondos para la investigación, que es lo que en realidad nos divierte.

Yo trato de optar por una sincera y ponderada mezcla entre ellas: un poco de pasmo a la hora de dormir (hay que ver, la vida; grrr zzzz grrr zzzz); su poquito de cartujismo (y en realidad, tó pa qué... y bueno, ¿es divertido? Po venga. ¿No es divertido?, entonces b: ¿me sirve para algo? Po me lo pienso y ya veremos c. ¿No me sirve? Po a la mierda, etcétera); Su poquito de carpe diem y sobre todo noctem, en la escasa medida de las posibilidad de un calvo gordo y feo...

Y así se me pasa la vida, que es lo suyo.