—Buenas, vengo por la grandeza.
—¿Tiene usted cita?
—Llevo años llamando.
—Ya, como todos, pero eso no responde a mi pregunta. ¿Tiene usted cita o no?
—Pues la verdad es que no, pero si me dejara pasar un momento, sólo cinco minutitos...
—Váyase de aquí antes de que llame a seguridad.
1 comentario:
A la grandeza se accede las más de las veces por empecinamiento (y en ocasiones no merecía la pena), y unas poquitas por casualidad.
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