Señoría, el caso está muy claro. El autor repite que la leyenda que aparece al principio del libro no es más que una dedicatoria, pero esto es harto discutible. Podemos leer que dice: «Para Matilde Centeno». No «Dedico este libro a Matilde Centeno», ni «A Matilde Centeno»; es evidente por tanto que se lo entrega a ella. Es decir: el demandado cede, y además por escrito, los derechos a mi cliente, la señorita Centeno.
1 comentario:
Cabrona, la centeno. Y encima mi mujer es celíaca.
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