Se cierne el autor sobre el portátil para teclear alguna acertada frase y descubre con pavor que no puede mover las manos. Es el frío, piensa, que me ha congelado los dedos. Es natural, son los peligros de escribir con esta temperatura. Bastará con meter las manos un rato en el horno, piensa. Pero mientras el calor penetra poco a poco en sus ateridas falanges, se pregunta si el frío no será una excusa, si la parálisis no estará provocada simplemente por el miedo a fracasar.
1 comentario:
Naaah.
Es el frío y darles un uso indebido, que se va a quedar Usted ciego.
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