lunes, 12 de mayo de 2014

Volver a los espejos

Me encuentro a la madre de Alba, que me dice con admiración que estoy igual que la última vez que me vio (creo que fue hace cinco años). Contesto que eso es por falta de adaptación al medio, que siempre me da la sensación de que el tiempo pasa para los demás, pero no para mí (que sigo inmerso en una juventud difusa que en realidad ya ha terminado). Ella sonríe con amabilidad.
Más tarde, esa misma noche, me parece ver en el autobús a la primera chica que me gustó en el instituto. Pero es difícil determinarlo, que está bastante avejentada. Ella no da señales de reconocerme, en cualquier caso, aunque esto es natural, pues seguramente no recuerde mi existencia. Qué época más idiota fue aquella, pienso, pero ¿acaso no lo son casi todas?

1 comentario:

Microalgo dijo...

No se haga daño en la frente cuando se dé contra el espejo.