jueves, 15 de mayo de 2014

Un golpe de suerte

Sonia tenía veintitrés añitos cuando la conocí y aquí sigue, tres años después, conmigo. Es un récord, un récord que parecía de lo más improbable. Hemos vivido muchas cosas juntos, pero todavía me maravilla despertar a su lado. Ella me saca de mi zona de confort y me obliga a enfrentarme a mis miedos (que son muchos). Mi vida seguiría siendo ciertamente un lugar oscuro y desolado si no hubiera aparecido ella para poner orden. Es todo tan extraño y, sin embargo, real.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Disfruta del momento, Rey Arturo, dijo el mago Merlín.

A casi nadie se le pasa por la cabeza la idea alegre de que uno no tiene, en este preciso momento, dolor de muelas (por ejemplo). A mí sí, no sé qué síndrome padezco (debe ser el de Pollianna, o algo así). Y vale, será un síndrome, pero no se hacen idea de lo bien que me lo paso (lo he dicho muchas veces: cuando la diñe, mi epitafio debe ser algo así como "QUÉ PUTADA. CON LO BIEN QUE ME LO ESTABA PASANDO"). Mi mujer se sorprende de que vaya conduciendo, mire las nubes (brevemente) y afirme que vivimos en un planeta "un montón de chulo".

Pues algo así. Disfrútela, que ella le disfrute, disfruten (qué verbo de sonoridad fea, pero bueno).

Que yo me alegro de su disfrute, vamos.