El fin del mundo eres tú, le dice. Lo sé cuando me miras con esos ojos tuyos (claro, no me ibas a mirar con otros). Lo sé por tu forma de moverte cuando hacemos el amor. Lo sé cuando me despierto en mitad de la noche y, como un acosador, te observo dormir. Sé entonces que el fin del mundo es una realidad, pues después de ti no podrá haber nada.
1 comentario:
Vaya, qué bonito.
Hacía tiempo que no te ponías tan tierno...
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