miércoles, 18 de agosto de 2010

El actor

Ahí está, sentado en un rincón, mirándome con ojos caníbales. Sé lo que quiere. Quiere que vuelva a darle vida. Que lo interprete de nuevo. Es el fantasma de un personaje de una serie en la que trabajé hasta el año pasado, cuando me llegó una oferta para protagonizar una película e hice que los guionistas lo mataran en un episodio. Lo mandé al limbo de los personajes, a la nada de la ficción. Ya no existe, salvo para atormentarme con su mirada aterradora. Existe para perseguirme siempre, para decirme con su presencia que se lo debo, que soy yo quien le obliga a ser un alma en pena. Que si se sienta a observarme en silencio es porque no tiene donde ir, pues yo le he condenado a esto.

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