lunes, 30 de marzo de 2009
Destinos cruzados
Mi avión iba a Barcelona, pero acabé en Tombuctú. Tenía que haber sospechado cuando vi a los catalanes tan morenos, pero pensé que sería cosa de la capa de ozono, que ya no es lo que era. Que el taxista me condujera a una casa de adobe donde me quitaron todo el dinero, cuando yo le había dicho que quería ver la Sagrada Familia, lo achaqué a un revés del destino. Me ha tocado el taxista criminal, nada más, me dije. Lo definitivo fue que no tuvieran mi reserva en el hotel. Claro, no era mi hotel, era otro, el Hilton Tombuctú o algo así, que no está en Barcelona. Llamé a la aerolínea, que me explicó que todo había sido un error de un empleado disléxico. «Es una nueva política que tenemos», me dijeron, «apoyamos a los discapacitados de toda índole; en Air Hurricane creemos en la igualdad de oportunidades».
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