-Hola, abuelo.
-Perdona, ¿qué me has llamado?
-Abuelo. Soy Pablo, tu nieto.
-Oye, chaval, que tengo treinta años, ¿cómo vas a ser mi nieto?
-Es muy sencillo, vengo del futuro. He viajado cincuenta años atrás en el tiempo para verte.
-Eso parece harto improbable.
-Te estoy diciendo la verdad, lo puedo demostrar fácilmente. Mira, te traigo un periódico del futuro.
-Esto no prueba nada, podría ser una falsificación.
-A ver: naciste en Zamora y de pequeño te rompiste una pierna jugando al fútbol. Te casaste con Carmen, mi abuela, cuando terminaste la mili. Por cierto, que cuando murió nos confesaste que le fuiste infiel muchas veces, pero siempre con profesionales.
-¿Cómo sabes todo eso?
-Porque soy tu nieto, ya te lo he dicho.
-Mira, ahora Carmen no está, ha salido a hacer la compra, pero no le digas nada de lo de las putas, ¿vale?
-No te preocupes, sólo vengo para ver cómo estás. Me han mandado mis padres. Tu hijo y su mujer, vaya.
-Venga, siéntate y cuéntamelo todo.
Más tarde, en la calle:
-Hombre, Pablo, ¿de dónde vienes?
-De la residencia de ancianos, de ver a mi abuelo. El pobre ya no reconoce a nadie y cree que vive en la década de los cincuenta; si supieras las tonterías que tengo que decirle para que no me tome por un extraño.
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