Había resuelto el caso: estaba viva. Y lo sabía porque ella le encañonaba en ese momento con un revólver y sabido es que los muertos tienen importantes dificultades a la hora de empuñar un arma, si exceptuamos las películas de terror. Sin embargo, si ella estaba allí, ¿de quién era el cadáver que había desenterrado esa mañana? Esta pregunta y dos balas del calibre 44 fueron las últimas cosas que le pasaron por la cabeza.
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