Míchel Noguera nunca estuvo en Londres, París, Praga, Berlín, Viena, Nueva York, ni en cualquier otra ciudad claramente superior. Fue un prolífico escritor inédito. No se casó y tampoco tuvo hijos. Sus últimos días los dedicó a rememorar las hazañas de otro, aunque él estaba convencido de que eran suyas y nadie fue capaz de sacarle del error.
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