Capítulo 832.
Ah, la propia voz suena atronadora en la soledad. Qué aburrida es la vida moderna, que transcurre lentamente sin que nada suceda en realidad. Patricia sigue en Madrid y yo en la locura, y relatos y poemas acaban en aborto todos los días sin que se escandalicen los grupos conservadores. Mi ex novia, a la que alguna vez llamé de forma poco elegante "representante legal de Satanás en la Tierra", me habla de participar en concursos y revistas, pero siempre está atenta la indolencia para evitarlo. Qué importa, repito mientras apuro la copa y, sólo un poco, mi vida. Pero mi dama me espera y yo la espero a ella. Nada puede salir mal, aseguran los sueños a quienes los escuchan. Y me permito sonreír.
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