He comprobado que nunca se sientan a mi lado chicas guapas en el transporte público (en el transporte privado... tampoco), así que hoy en el autobús, un poco por desafiar a los dioses, me he sentado junto a una chica preciosa. Cuando el autobús llegó a su parada me levanté de mi asiento galantemente para que tuviera suficiente sitio para pasar, a lo que ella respondió sonriéndome y diciendo, cálidamente, "gracias". Casi me da por seguirla. El momento más emocionante del día.
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