sábado, 25 de septiembre de 2021

El cuerpo

Le toqué el codo izquierdo, que asomaba bajo la sábana. Estaba frío, pero no demasiado. No sé por qué tuve la necesidad de tocarlo. ¿A modo de despedida? Porque lo cierto es que él ya no estaba allí. Y no porque el alma hubiera abandonado su cuerpo ni demás zarandajas místicas. No. Somos procesos bioquímicos y los suyos ya se habían detenido. Ya no estaba, ya no era. Puede que lo tocara simplemente para intentar deshacerme de la sensación de irrealidad.

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