Había algo de arrogante en pensar que el amor dependía sólo de uno mismo, que si hubiera hecho esto o aquello habría podido retenerla. Aunque también había cierto ánimo autoexculpatorio en decirse que la voluntad en nada puede influir. Sin duda, existía un precario equilibrio que siempre le costaba alcanzar.
1 comentario:
Es una cuerda floja, a dos kilómetros del suelo
Publicar un comentario