En otra pirueta vital más, mi novia actual (con la que llevo casi una década) también es fotógrafa, así que a menudo tengo que posar en diversas posiciones, tanto en interior como en exterior, hasta que queda satisfecha con la imagen conseguida. Yo ya no soy joven ni ingenuo, pero me dejo hacer. Al fin y al cabo, el secreto está en no ver nunca las fotos.
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