Compré en el mercado unos plátanos de Canarias, pero estaban verdes; verdes como la albahaca, que dice la copla. O verdes de envidia, que no parecía el caso. Esto me venía mal. Tenía hambre, vaya, pero había que esperar a que madurasen un poco. Metáfora de la vida, pensé, o del deseo malsano de Humbert Humbert, quién sabe.
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