Recuerdo una vez que me quedé sentado en las escaleras de entrada de mi colegio pensando: «ya tengo seis años, me estoy haciendo mayor». Supongo que esta preocupación me daba un aire circunspecto, puesto que un maestro se acercó y me preguntó qué me pasaba. Le comenté mi aparente problema y lo encontró muy divertido, explicándome acto seguido que todavía era muy joven y que tenía toda la vida por delante, pero no terminó de convencerme.
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