—Superficial.
—Vaya, es verdad que es usted despiadada juzgando el arte.
—Así es, jovencita.
—¿Qué podría hacer para mejorar?
—Dígale a su novio que se busque una amante. A ser posible, que sea alguien a quien usted tenga cariño.
—No entiendo por qué eso iba a mejorar mi arte.
—Ah, qué ingenua es usted, por eso fracasa como artista. Mire, yo soy quien soy sólo porque mi padre engañaba a mi madre con la niñera cuando yo era pequeña. Esa decepción fundacional ha dirigido mi vida en el arte. Hágame caso, señorita, y llévese una buena decepción.
Publicado en el número 38 de Obituario.
1 comentario:
Bueno, es un método. Pero espero que no sea el único, pobres niñeras.
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